Valencia y sus tormentas

Tenemos incluso antecedentes literarios describiendo la angustia nocturna de los vecinos observando el color del agua del arroyo a la luz del candil; si el agua turbia en ocre, es que la tormenta ha descargado en la montaña y al poco se presentará riada salvaje. Todos los años parece que se repite la angustia, a la vez que todos los años parece que se acrecienta el fenómeno.

Por respuesta, todos los otoño, las previsiones se quedan cortas y cuando se presenta Noviembre, nadie vuelve a acordarse del próximo Septiembre.

La condición climatológica mediterránea es suficientemente conocida por el levante de la península al igual que la condición de lluvias en Extremadura es suficientemente conocida por los extremeños. En Tarragona, en Alicante o en Castellón se vive con la certidumbre de que el inicio del otoño se marca con violentas tormentas, que surgen de intensas borrascas como si fuesen intensas contrapartidas del anticiclón que se centra en las Islas Azores. Así parecen turnarse, mecánica y equilibradamente, las escasas lluvias del este y el oeste español.

El problema, por lo que dicen los expertos, es que cada vez van siendo más escasas, a la vez que más violentas con lo que se evidencia también la escasa disposición humana al aprendizaje de lo que dicta la «Madre Naturaleza». Pues hoy, aparece una noticia relevante, intensa y políticamente aséptica, que presenta el problema y sus causas

Las causas aún están en lista de espera para ser aceptadas: eso de que estamos modificando el clima porque cambiamos el uso del suelo levantará ronchas en el ánimo de los promotores de viviendas, hoteles y campos golfísticos. Y serán las armas que levanten los preocupados por los «puestos de trabajo» y por el «empleo». Y por la creación de «riqueza».

De forma parecida, si en Extremadura alguien se levantase diciendo que el cambio del uso del suelo debido a la deforestación y al abuso de los campos dedicados a la ganadería intensiva es lo que provoca una indiscutible reducción en la cantidad de lluvias y una acelerada modificación de los ritmos pluviométricos, tendríamos otras ronchas que rascar.

Claro, hay que tener mucho cuidado con lo que se dice; sobre todo porque yo no tengo la ciencia y la dedicación que el señor Millán; por lo tanto, no he de ser yo quien lo diga.

Las fotos precisan algo de comentario del instante que recogen:

Amenazavaldía

a) Una tormenta en ciernes que no acaba de componerse; llevamos años esperando alguna tormenta de verano que engorde las sandías y los melones. Sobre el campo seco e inmenso, desprovisto de árboles, con una instalación ganadera el fondo.

Vacabuso

b) Partida intensa de vacuno sobre el campo yermo pero habitado a lo lejos por las edificaciones de la burbuja.

Vacaolivo

c) De cómo las ovejas y/o las vacas se encargan de eliminar lenta y pausadamente especies tan resistentes como el olivo. Incluso la encina.

Goyo
06-oct-09

Es que somos malos…!

No es la primera vez que observo cómo creamos arriesgadas interpretaciones de lo que ocurre.

Ahora ocurre que por estos sitios del oeste ibérico no llueve tal como la memoria colectiva dice que debería llover. A esta constatación contrastada, se suma la abundancia de noticias procedentes del noroeste, recordándonos así que se sigue mojando lo que llovió ayer;… y se suman las intempestivas tormentas mediterráneas de otoño, allá por el este.

Y en estas tierras nuestras, habituadas antes a refrescarse según el santoral, no llueve. («La otoñá verdadera, por San Bartolomé, la primera» (24 de agosto). Se nota que no llueve no solo porque el cielo aparece despejado con rutina o no solo porque los pequeños lirios de septiembre siguen ocultos bajo tierra, retrasados, escondidos, temerosos,… Se nota que no llueve porque el ánimo visual espera ver marrones de suelos humedecidos y apuntando en verde; y sin embargo, persiste el marrón desértico que ya se compuso desde mayo. Ni siquiera han dejado vivo al claro pajizo de los cardos secos.

No creo que las vacas dejen los cardos para postre.

Vacascomiendona

«No llueve». Comento con un amante del ganado, que además es ganadero. Y me mira aireando la cabeza: «Es que somos malos. No llueve porque yo creo que somos malos».

Tampoco creo que las vacas puedan comer el excedente constructivo.

100_2031

Ya dijimos que sacar el santo en procesión cuando el cielo no promete, era cosa de cura torpe; pero debe investigarse más seriamente la influencia de la Ética en el Clima, lo mismo es más fructífera que su influencia en la Política.

Goyo
23-sep-09