Con lo que a mí me gusta el dulce de la flauta y con lo que lloré a secas la muerte de mi perro, me duele la burla fácil que fácil se hace de los asentados en las plazas: “perroflautas”. Tiene el término -además- el respetado equilibrio de género compactado, que es el que no se para a distinguir a la persona por lo que tiene en su entrepierna sino por lo que ocurre en el entrecejo.
Me ha llegado el documento que dice recoger las propuestas aprobadas por las diversas asambleas habidas en la plaza del kilómetro cero. Palabra más o palabra menos, se deberá a eso tan común de contaminaciones bacterianas o de afectaciones víricas. No importa: el paso está dado y más que agradecimientos y seguimientos requiere también críticas.
Tanto he leído o escuchado, y tan poca estructura de control organizativo tengo del trabajo ingente, que es muy posible que funda mis deseos y mis ilusiones con las ideas y con los pensamientos razonados. O sea, que me temo que también me han empujado al inicio de esa época donde el hilo conductor es más pasional que racional. Eso quizá explique cómo las voluntades apasionadas conceden castigo electoral al partido que se desplaza a la derecha y a la vez, depositan su confianza en un partido que se aleja cada vez más de planteamientos de la izquierda social y política. La Política se adentra en los territorios de lo razonadamente ingobernable y apasionadamente respetuoso.
En este asunto serio de las plazas de mayo, felizmente, a mi entender se ha superado aquella primera fase del “nolesvotes”, para acceder a propuestas donde la participación sigue siendo la clave del devenir de las tareas políticas.
En el primer planteamiento destinado a la eliminación de los privilegios de la clase política, si bien se demoniza la condición privilegiada de los políticos, no se defiende ni se define un reconocimiento de la tarea política como la más noble y abierta que pueda ejercer cualquier persona de una sociedad democrática. Esta es una falta de pulsión que incluso perjudica a los emplazados, que a mi entender ejecutan de la manera más sobria y libre su racionalidad política. Habrá primero que definir qué es eso de “clase política”.
Ser “político” nace de actuar en función de los problemas que se perciben en los demás; cuando solamente me preocupo de mis propios asuntos, y los antepongo o a los problemas de mi ambiente social, los clásicos griegos definían este comportamiento como “idiota”; es decir, “egoísta”, término que en nuestros días habita en otros campos semánticos. La persona política es la que es incapaz de sustraer su pensamiento y su comportamiento a lo que percibe como problemas de las personas con las que convive. Un primer reconocimiento de la necesidad y del deber político es la primera condición para debilitar posibles privilegios.
Estas son la conclusiones acordadas sobre el asunto de los privilegios:
1.- Control estricto del absentismo de los cargos electos en sus respectivos puestos. Sanciones específicas por dejación de funciones.
2.- Supresión de los privilegios en el pago de impuestos, los años de cotización y el monto de las pensiones. Equiparación del salario de los representantes electos al salario medio español más las dietas necesarias indispensables para el ejercicio de sus funciones.
3.- Eliminación de la inmunidad asociada al cargo. Imprescriptibilidad de los delitos de corrupción.
4.- Publicación obligatoria del patrimonio de todos los cargos públicos.
5.- Reducción de los cargos de libre designación.
Sobre el grado de absentismo y su control, me temo que no logremos diseñar un sistema que asegure el libre tránsito del personaje político con su permanente disposición a estar presente. Un nivel de confianza será siempre necesario, lo que no impide mayor transparencia en las agendas. Por cierto, debemos suponer que estas condiciones deben exportarse a cualquier servidor público.
Es muy sensata la aspiración a que la persona política deba ser sometida a la igualdad en los terrenos fiscales, impositivos y de derechos a una determinada pensión futura. Claro está, si el sistema no premia con salarios “atractivos” a los mejores, es muy posible que las competencias políticas tengan dificultades por no dispone de personas “competentes”. El buen pago es muy distinto al perverso privilegio.
Sobre la inmunidad asociada al cargo cabe reivindicar su desaparición y sigue siendo plausible que los delitos relacionados con el cohecho, el chantaje y demás formas abruptas de acción, sean perseguidas con independencia del cargo y en atención a lo que digan las leyes.
Indiscutible me parece la propuesta de hacer público el patrimonio y que también sea actualizado año tras año.
A tenor de la reducción de cargos de libre designación puede definirse numéricamente en función de un acuerdo global de las administraciones de manera que cada organismo público sepa de antemano qué cuantía y condición debe permitirse para una sensata ejecución conforme a los porgramas que haya que realizar.
Al parecer, ya se ha hecho la primera distinción entre el concepto “15-M” y el oportunista “nolesvotes”; deben seguir otras distinciones más profundas. No creo que sea lo mismo “15-M” que el concepto “spanishrevolution”. Supongo que tendremos tiempo en deshilacharlos.
Goyo
01-junio-11