Los niños de Badajoz

Cigueñaycharca

Aquellas risas sordas provenían del juguete tonto que acabábamos de descubrir los dos que nos sentábamos en el pupitre: cuando al tiritar de frío, hacíamos vibrar las piernas para que viniese algo de calor, las rodillas daban en el pupitre y algunas gotitas de tinta amenazaban salir del tintero casi lleno. El desafío era -sin necesidad de acuerdo previo- hacer saltar una gota gigante que abandonase el refugio; pero no muy gigante no fuese a vernos el maestro. La torpe conciencia nos hizo ignorar que, aunque ocultásemos las risas, los golpecitos rítmicos y redoblados sobre aquel pupitre dieron la señal de alarma. Justo a la llegada del vigilante maestro, un goterón azul oscuro surgió, saltó y se asentó sobre el inclinado tablero del pupitre. Lo esférico primero se circuló y después provocó una especie de lengua que comenzó a resbalar; en ese momento, tuve la intención de frenar el minúsculo alud con la manga de aquel jersey verde claro; pero el anticipo sabio de Don Juan cayó en forma de capón preciso y atemperado a la vez que nos aclaró: «Déjala!…, si tratas de limpiarla, ensucias todo el pupitre. Déjala ahí secarse y así os servirá de aviso y recuerdo de lo que no se debe hacer con las cosas de la Escuela«.

La madera embebió la tinta a cambio de dejar marca indeleble (indeleble fue la palabra que también nos enseñó) y aquella lengüita azulada significó el mensaje permanente, reiterativo, cotidiano, tozudo, eterno,… de que hay que dejar los tinteros en reposo: lección aprendida.

Leo con cariño que más de doscientos escolares de la ciudad de Badajoz se han empleado para limpiar la margen derecha del Guadiana. (La margen, el margen). Habrán percibido cómo de guarrotes somos y con la riqueza y variedad que decoramos los espacios públicos, los entornos comunes. No es comparable la experiencia a la del tintero; quedará el recorte de prensa, la foto después del trabajo generoso, el recuerdo de lo limpio,… pero quizá no sepan reponerse cuando contemplen otro día las mismas orillas del Guadiana revueltas de restos sin decoro. No importa, los niños y Adenex deben seguir dando lecciones con capones cariñosos.

Lo peor dicen que queda al frente: la orilla izquierda es la de la taberna abierta, la del bar libre, lo zona utilizada por su generación inmediata superior para el fomento del «suelo plastificado». Lo mismo les llega algún hilillo de responsabilidad en forma de capón ejemplarizante.

Goyo
21-oct-09

Una banderita para los niños, y para las maestras, y los maestros, y Adenex.
Bande