De nuevo el Tajo me lleva a Portugal. Diseño el viaje para disfrutar del sol y de la hierba de la solana de la Sierra de la Estrella, que está prontito. Nuestras carreteras extremeñas presentan estos días una apariencia de contraste gradual hacia la vida; del negro funerario del asfalto se pasa al marrón muerto de las cunetas que se vuelve a distinguir del verde intenso de los campos.
La apariencia de los paisajes me sigue dando razones y dudas; mirando la piel de las tierras, nada me indica que cambiamos de territorio. Eso sí, aunque ya no hay aduanas, se duplican los carteles informativos de que dejas una tierra que de llama Extremadura y entras en otra propiedad que se llama Portugal. Escudriñando los colores, los arbustos, las peñas, los pájaros,… nada me parece distintivo ni en dos kilómetros, ni en trece kilómetros ni en cuarenta y cinco kilómetros. Aunque los márgenes de las carreteras portuguesas han cambiado.
Os decía que los márgenes de nuestras carreteras se muestran como dos gruesas franjas de vegetación muerta por uso de herbicida para tratar de reducir el riesgo de incendios en este verano que se nos aproxima. Sin embargo, en las carreteras portuguesas, sus márgenes presentan en estos días un suelo cubierto de hierba cortada a estilo campo de golf. Incluso se respetan los pequeños arbolitos que de vez en cuando nacen. Patrullas de obreros con desbrozadoras limpian los bordes de las carreteras de lo que decimos que son malas hierbas.
Y se llega al hotelito, y lo primero que se hace es poner la tele por eso de que te acompañen ya los sonidos vecinos y familiares. Son dos mujeres vestidas con bata blanca y rodeadas de mesas, frascos y tubitos de ensayo, que nos dicen que los últimos estudios que se han hecho en Portugal midiendo la huella del glifosato, indican que muchos suelos portugueses almacenan ya más de veinte veces los niveles que se han detectado en Alemania o en Suiza, y que la prohibición es inminente en toda Europa porque ese herbicida es potencialmente cancerígeno.
El lunes de regreso es festivo en España pero los desbrozadores lusos siguen con su faena; vuelves a sentir la incomprensión de los cambios pese a que los paisajes siguen siendo los mismos. La duda palpita porque desconozco qué niveles de contaminación por glifosato nos acompañan.
Goyo
27-may-16