Las orejas tienen forma de esas orejas que la textura del mazapán puede imitar,… de color cerúleo, no creíble aún, pero anunciadora de que allí está el lobo, porque son del lobo por mucha cera que falte por arder. A esta gente que nos rodea, porque nos sentimos en sus adentros, se les acaba de aparecer la visión y muestra.
Hemos recibido el mensaje.
Ahora mismo estoy observando la técnica de caza de una pequeña salamanquesa o saltarrostro, o algo parecido. Lo mismo antes se habrá dedicado a colocar anuncios publicitarios en el blanco muro; por ejemplo: “Menos oscuridad y más mosquitos”. Y la pléyade diversa de microinsectos amantes de las paredes blancas de la noche, puebla el paramento vertical. Un pequeño díptero acaba de revolotear y posarse como a siete centímetros de la cola del ingrávido reptil, que debe tener una especie de rádar y resorte que lo hace saltar y girar para colocarse en sentido contrario al que descansaba. Se acerca y, sólo tres pasos hacia el mosquito detectado, le sirven para lanzar el cuello, abrir la boca y mostrar la turbulencia corporal que indica que el festín ha seguido a la caza. No hace falta permiso. No hay veda. No misericordia. No recorte. No amor. Los chupópteros gigantes no se posan.
Las orejas del lobo se han mostrado como si hubiera sido el arcángel Montoro el encargado de visitar y anunciar la mala nueva: “no tendréis paga extra de Navidad”.
Así me parecen las cosas. Podemos mandar más locates a las calles porque los manicomios son caros, podemos arrojar niños a las calles porque las guarderías son caras, podemos reducir derechos porque mantener derechos es mucho más caro que mantener privilegios, podemos reducir personal sanitario, achicar trabajadores, cortar salarios, podar ayudas, rechazar, herir, negar,… pero quitar la paga de Navidad raya tanto a las Sagradas Escrituras, que hasta ahora mucha gente no ha descubierto el drama diseñado y dispuesto. Lo mismo si deciden anular la mensualidad de diciembre y mantener la paga extra de Navidad, no forma el miedo tal alboroto; pero eso de quitarnos los polvorones, los langostinos y las uvas, es mucho peor que el penalty de un embarazo.
Ahora, el sentido hospitalario y justiciero vaticina que los sin papeles pagarán lo mismo que las grandes fortunas por tener seguridad social; todo un manifiesto comunista nacido del núcleo nife de los neocon.
Ahora hemos visto con claridad el ojo de la tormenta que sigue cayendo sobre el Estado de la Clase Media, convirtiéndola en tumulto de rojos pordioseros, desafectados en algarada, arrepentidos de pueblo y desahuciados de escuela, casa, salud y trabajo.
Todas esas ausencias podrían haber sido soportadas por el gentío que gozó al sumarse a un cambio ilusionado, porque también se sumaba hábilmente, al asco orquestado hacia la parte más cercana y sensible de la clase política: los concejales de pueblo, los políticos apasionados por atender a los que tienen a su lado.
Ya no hay tiempo para la marcha atrás y siempre se han mostrado contrarios al aborto.
Nos cuentan los libros de historias que el turrón fue el dulce y descubrimiento premiado por los nobles porque sirvió para soportar un largo asedio de aquel castillo valenciano.
Nos quedan sin turrón, nos rodean por todas partes pero no debemos preocuparnos; el éxito de este gobierno se ajusta a un estudiado plan de sostenibilidad superavitizada procedente de los bárbaros del norte.
No lloréis las uvas, que os atragantáis.
Goyo
08-ago-12