Son los momentos los que aprietan; es decir, no es una presión constante sino una constancia de dolores aislados. No duele en ningún sitio concreto, pero todos los lugares se quejan. No es una noticia de efectos contables sino rumores que desalientan.
No hay ánimo para rechazar confusiones.
Nos alimentamos ahora de impresiones que se quedan como experiencias sin que existan hechos constatables.
Aprecio gentes preocupadas por su futura capacidad de cambiar su trabajo por dinero; aunque la vea ahora empujando un carrito repleto de productos del «súper-mercado«. El «mercado«, ese sitio deslocalizado donde se trueca esfuerzo, sudor y sabiduría por dinero, también cambia y es dificultoso. Se lamenta ese pequeño empresario con su gran coche. Se derrumba aquel autónomo. Mengano dicen que lleva tres meses de «baja». Las inspecciones laborales aumentan, también las denuncias. La economía sumergida mantiene a flote el enredo y engaño social. El Presidente del Gobierno está más delgado. El señor de la oposición engorda y acumula grasas de santo Job.
Son momentos de cambio o dificultad, dice el «libro gordo» de María Moliner; el Diccionario de uso del español. Y el adjetivo que nuestro idioma dispone para las personas afectadas por esos cambios y esas dificultades es críticos, o críticas. Las personas que de un modo u otro estamos afectadas por la crisis debemos denominarnos críticos, en el significado de que estamos en el crítico momento. No nos conviene solamente el significado de «crítico» como persona que ejecuta la acción de juzgar, que es juiciosa, resuelta, decidida. Lo que más nos conviene saber es que este es el momento, o punto de una situación tal que de lo que se haga u ocurra en él depende el éxito o el fracaso.
Ya no solo afectan los hechos evidentes, sino que las ideas, las murmuraciones y las opiniones; que se traducen en efectos más poderosos que pudieran fabricar otros hechos evidentes.
Las nociones que precipitan hechos y sensaciones como si de hechos proviniesen las puede hacer cualquier grupo o individuo con cierto poder de expansión de un criterio. El que se produjo ayer, desde un periódico alemán, puede servir de ejemplo preclaro de cómo se puede atacar al mismo tren europeo desde la misma locomotora. Quizá hurgando ya no hay locomotora.
Ya estamos en el momento culminante, preciso, decisivo y supremo,… y es el oportuno: aprendamos a ser críticos en el pensar y en el juzgar.
Sea usted libre al viejo estilo.
Goyo
16-jun-10