¿Qué más nos debe pasar para certificar que estamos obsoletos?. ¿ Qué cosa vieja y podrida debe repetirse para darnos cuenta de que ya no estamos en la postguerra de la IIGM?. Los europeos, ¿necesitamos una IIIGM para avanzar sociolaboralmente?. Nosotr@s, l@s poder@s y bien vividor@s, ¿qué anuncios hacemos llegar a la menospreciada clase trabajadora?. ¿Cuántos años de tropiezos sociales penosos han de vivirse para revitalizar el sindicalismo ilusionante? ¿Qué más rechazo necesita el empresario honesto para ser calificado con simpleza como experto en fraude fiscal?… Y así más de doce cuestiones dañinas que nos incapacitan para reaccionar.
Por lo que sea, por lo que fue, por lo que debe ser,… nos han empujado las fuerzas ocultas a dar brillo a la simplicidad. Frente a un mundo social desprovisto de trabajo para todos, la gente que se cree responsable y copartícipe, debe presentar posibles soluciones.
¿Podemos seguir defendiendo una jornada laboral de ocho horas como se aplaudió y celebró hace ochenta años? ¿ Es arriesgado aspirar a una tarea diaria más liviana en horas? ¿ No debemos compartir las inteligentes ventajas de las nuevas máquinas que ahorran tiempo y multiplican efectividad? ¿ No pueden algunos servicios sociales y/o privados definirse en doce horas de atención con dos turnos de personas distintas de seis horas cada uno?
¿No pueden articularse momentos de reflexión entre sindicatos, empresas, emprendedores, administradores públicos, sociólogos y demás diversidad política, momentos de una reflexión sobre los cambios que nos está demandando la cordura? ¿ Es que aún no nos estamos dando cuenta que no cabe otra salida que repartir lo que cada vez se presenta más escaso?.
En este fin de semana se agolpan en Sevilla cientos de cabezas «municipalizadas», angustiadas esencialmente por su incapacidad de dar salida clara a la intensidad de la demanda de sus vecinos por un trabajo que comporte dinero «pa seguÍ», aunque sólo sea «pa seguí menos malamente». ¿ Se sabrá responder a la dormida ilusión?. ¿Pronunciarán al menos la mala trampa que nos hemos fabricado en este país? ¿Qué ley obliga a los ayuntamientos a garantizar el derecho de las personas a un puesto de trabajo?
La ley de las Haciendas Locales Españolas y todos sus textos fundidos, refundidos y aleados, no hacen otra cosa que mejorar la administración de los servicios esenciales que garantizan el agua potable, el alumbrado público, la seguridad sanitaria, de la escasez dedicatoria a la educación,… pero nunca se establece, o se ha establecido que los fondos públicos de los ayuntamientos puedan dirigirse, derivarse, emplearse. utilizarse,… como fundamentos financieros para facilitar o garantizar la condición laboral. Nuestro país y los países de nuestro entorno dejan esta función al libre juego del mercado y de la iniciativa empresarial. Es en el «mercado» y en la «empresa» donde se ubica la gestación y el parto laboral.
No más debilidades con los compromisos. Si hemos de cambiar las leyes para que los Ayuntamientos deban afrontar como obligación el facilitar trabajo a sus vecinos, bueno es el momento de debatir, proponer y modificar.
Los buenos y los malos alcaldes se merecen tranquilidad y claridad en sus diseños políticos; porque, si «obligamos» a un Alcalde a responder positivamente acerca de las demandas laborales de los vecinos, a emplear dineros públicos para fines no previstos por las leyes, ¿no lo estamos acercando a la prevaricación?
Ahora, durante este fin de semana, se encuentran en Sevilla los oportunos medios de sabiduría municipal. ¿ Darán paso a una primavera ilusionante?
Goyo
11-feb-11