Otra semana

 

Eso de no cambiar tiene sus fijas consecuencias. Hay personas que se asustan al llegar el lunes, otras lucen cuerpo los sábados, cuando llega el miércoles hay gente que piensa que el viernes está cerca y suele ocurrir que utilizamos los domingos para prometernos que el nuevo régimen culinario se aplicará al día siguiente. Así construimos una diversidad congelada en clave del número mágico, el siete. Desde los asirios hasta los frikys utilizamos el cómputo semanal para organizar trabajo y descanso.

Cuando contemplamos que España se vacía en los pueblos y se atora en la ciudades, conviene que se despierten ofertas para equilibrar vicios y virtudes. A mí me parece observar que estamos fabricando una tendencia a vaciar las ciudades durante viernes, sábado y domingo; lo que implica que algo de los pueblos se llena. Por eso, de nuevo surgen opiniones tendentes a certificar el cambio de la tradicional semana de siete días por otra menos cansina que suponga compartir la tradicional semana en dos trozos: uno de cuatro días y el otro de tres. Así, algunas actividades comerciales y de ocio bien pudiera que fuesen trasladada en parte a los pueblos ocasionando entonces otras opciones de trabajo y descanso.

El problema radica en que nuestra llamada «Sociedad del Bienestar» está habituada a que sus servicios estén disponibles las 24 horas a la vez que los usuarios tratamos de reducir tiempo de trabajo y aumentar los descansos.

Esta opción puede ser articulada tanto por las administraciones públicas como por las empresas privadas; los servicios estarían disponibles mayor número de horas sin necesidad de que el horario del trabajador coincida con la disponibilidad del servicio. Podemos así trabajar menos y dedicar más gente a trabajar.

Podríamos acordar trabajar y alternar periodos de descanso de tal forma que quien decida -o se le imponga- trabajar durante el periodo lunesmartesmiércolejueves, descansará todas las horas del periodo viernessábadodomingo. O viceversa. Con posibilidad de intercambio, alternancia y demás ajustes. O indagar en la jornada de seis horas, que también es múltiplo de veinticuatro para cumplir y facilitar los turnos.

Quizá de esta forma, todo el mundo estaría afectado por la duda de si es mejor trabajar el fin de semana o descansar de lunes a viernes.

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