Los que de verdad estudian la mentira, dicen que una persona hábil en el embuste debe tener facilidad de fantasÃa, buena capacidad de pensamiento analÃtico, distinción clara entre estrategia y táctica, excelente memoria, rigor en los objetivos y flexibilidad para cambiar de planes.
AsÃ, con este cúmulo de facultades, parece imposible que podamos alcanzar las mejores dotes para convertirnos en expertos constructores de falsedades; pero en este territorio plagado de chuscas éticas, las teorÃas sirven de poco y cualquiera se contenta con ejercitar la simple mala leche, que es la facultad más útil para iniciarse y a la que los teóricos no prestan gran atención, quizá por su excesiva abundancia.
A ver,… ¿para qué me sirve a mi ese pensamiento analÃtico si me basta con tener el pensamiento retorcido?. ¿Tengo yo que estudiar necesariamente las tesis de la Escuela de Viena para burlar los principios del conocimiento verdadero?. ¿No creéis que es suficiente remedar cualquiera de los variados paradigmas televisivos para morder la mierda?…(Por cierto, ¿por qué el corrector automático de Microshof Word no reconoce esta última palabra?)
Se ha llegado a tal grado de cinismo, que tú le dices a un cÃnico âcÃnicoâ, y el fulano o la fulana ni se cosca., son kamicaces del embuste, de los que no mueren en el intento del hundir el barco, que en verdad hunden la miseria moral y en la impotencia más canija a quien ataca; hasta el punto que la persona se hiere de ignominia, de degración humana, de quedar como invitado a evadirse con cualquier locura evasiva.
Si además, los estudiosos nos dicen que los más inteligentes no son las más mentirosos, sino los que emplean la mentira con mayor prudencia, queda dispuesto el panorama para que ahora me tegan que explicar ustedes a mi qué hago yo con la poca o mucha buena leche de la que dispongo; porque arrodeado de gente tan bien dispuesta a demostrar que todo lo que dicen es verdadero, no me queda otro refugio que la duda.
Goyo
18-dic-06Â