Cuando tenemos la suerte de creernos que nos gobierna una mente sana, que no sufre ni padece trastorno y que nos hace sentirnos repletos en la capacidad de pensar, obrar y reflexionar, tenemos casi todas las armas para sentirnos felices. Ejecutando todas estas potencialidades podemos llegar a edificar una sólida estructura crítica, con todas sus ventajas e inconvenientes. Pero como algunos sabios nos avisaron de que quien añade cordura añade infelicidad; así me encuentro en la enorme duda de si sería mejor dejarse llevar por la locura, la estupidez o la payasada. Cualquiera de las tres puede producir risa que también nos puede llevar a la felicidad.
Las experiencias sirven para certificar las dudas. Esta experiencia que ahora narro la cuajé en unas cortas vacaciones de verano en las costas gallegas del norte de Pontevedra y sur de La Coruña. Recorrimos a pie buena parte del litoral porque disfrutábamos de la bravura de las olas entre las rocas. Ya ven, para los sujetos del interior, el incesante mar con sus mareas y empujones constantes constituía el espectáculo de diversión cotidiana. No éramos capaces de decir que siempre veíamos lo mismo; el mar cuando se orilla vuelve a crear otra oportunidad de diálogo con la tierra.
El inquebrantable movimiento de las aguas convierte su aparente debilidad en erosión de las rocas más duras
No obstante, percibíamos detalles en los que siempre aparecía lo mismo: muchas edificaciones y actuaciones humanas del litoral (carreteras, paseos, almacenes, fábricas, casas,…) se habían ejecutado como desafiando groseramente ese diálogo de vaivén entre las aguas y las tierras. De ordinario, las tierras son quietas y las aguas tornadizas y además, el inquebrantable movimiento de las aguas convierte su aparente debilidad en erosión de las rocas más duras. Gana siempre el mar.
Yo era entonces algo conocedor de nuestra Ley de Aguas, de esas cosas de derecho al paso de policía, del ejido de los pozos públicos, de la máxima avenida conocida en los arroyos y de otros pintorescos detalles que parecen de otros siglos. Tú le nombras a un señor constructor alguna de estas expresiones y le viene la risa feliz.
Llevamos casi una semana conociendo muestras inequívocas de que se ha intentado burlar la cordura y el dominio del mar sobre el litoral; la borrasca bautizada como Gloria, nos sirve gratis y abundantes imágenes de cómo el mar recupera sus propiedades.
04-feb-20