China, Usa y el calor ambiental

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Siempre nos han cogido en medio a los europeos; antes nos estrujaba la tensión yankee-soviet por mucho muro de Berlín que se hormigonase; ahora se presenta -adornada con sonrisas y reverencias- la elasticidad chinoamericana pese a la rígida y larga muralla amarilla. Allí se dice de la sagrada estatua libre y allá se desarrollan los estrechos controles de Internet. Los otros intoxican con denuedo el aire limpio y los unos lo siguen haciendo con bizarría: todo está en manos de la Economía, incluida la desnuclearización y el respeto a los Derechos Humanos.

Si por todo lo anterior no nos debe extrañar -por tanta puta economía- el pisoteo de lo humano, figúrense lo que les importa a los gigantes el sainete de Copenhagen: ya han avanzado que ninguno de los dos se comprometen a firmar ningún acuerdo que vincule compromisos sobre control y disminución de cuotas de gases problemáticos. Pero al encuentro danés asistirán muchos países convencidos de que el tiempo de duda ya se acabó y que hay que impedir el arrojo y la bravura juguetona contra el clima.

Que la cuestión del clima no es el producto de exquisitos chiflados de bata blanca, ni de aventureros que se arropan tras una bola de cristal. Y nuestro país, tiene a mano la presidencia de un conglomerado harto de llenarse de paciencia frente a lo chulesco, o a lo gigantesco, a lo simpaticote,…

Que el clima es más retorcido que la crisis y más prolífico que los almacenes de ojivas nucleares.

Y mientras bien nos debiéramos recomponer en una Internacional Humanista -ya que la Socialista fue debidamente abandonada- demos el primer paso para avergonzarnos o para avergonzarlos.

Goyo
18-nov-09

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