Salgamos de paseo aprovechando esta luz gratis que dan los cielos cuando el tiempo rompe en flor a los almendros,… aunque sea el paseo sobre un mapa de Extremadura, para que no vayan a creer que sólo nos miramos en las piedras viejas y en los asfaltos de la ciudad de Cáceres.
Los límites que hace tiempo se marcaron para decir región, fueron nítidos. Si nos fijamos en el norte y en el sur, las cumbres de los cerros son los hitos de las tierras “más allá del Duero”. La partición interna también se hace con ristra montañosa que comienza en Portugal y que acaba en la provincia de Toledo, que como era más importante, le da el nombre a los Montes y nos acobarda decir que son los “Montes de Extremadura”.
Pero si ahora nos fijamos en cómo comienza/termina en la dirección este-oeste, nada evidente se presente; sólo son dudosas sensaciones como la que le gusta señalar a Cristina Almeida, que no se cansa de decir que cuando huye de Madrid y llega a las proximidades de Navalmoral, los olores de la jara le advierten que pisa tierra amiga. Yo, cuando me adentro por el oeste a las otras tierras de Viriato, soy incapaz de descubrir nuevos olores: la campiña de Valencia de Alcántara llega hasta Castelo de Vide y las dehesas de Portalegre nos penetran por Alburquerque. Aquí, en la fijación de los límites al saliente y al poniente, los poderosos lo tuvieron siempre más complicado y, si acaso, los ríos ayudan a señalarlos “La Raya”, desde Sabugal a Oliva de la Frontera o desde Barrancos a San Martín de Trevejo, hay que borrarla cuanto antes porque ni por fuerza, ni por bando se ha consolidado (ahora comprenderéis eso del “contra-bando”).
Las otras dos rayas que traen los mapas, van llenas de agua y, con bastante frecuencia, otros poderosos han dispuesto muros que las embalsan provocando mares dulces y beneficiosos,… salvo para la abundancia de los origüelos. El Guadiana y el Tajo apenas nos han servido para utilizarlos como frontera pero tampoco los hemos utilizado en su riqueza íntegra; el acierto indiscutible del “Plan Badajoz” puede irse de las manos tras un análisis pormenorizado del uso del agua, del fruto del agua y de cómo devolvemos el agua usada. Del “Plan Cáceres” que regase la penillanura desde Trujillo a “Los Llanos” de Sierrafuentes no se ha vuelto a hablar. El aprovechamiento hídrico en el Campo Arañuelo y en el Valle del Alagón, tiene los mismos riesgos que las Vegas del Guadiana. El desafío de valor de la apuesta “Tajo Internacional” parece que borra un “Guadiana Internacional”.
Me apetece preguntarle al mapa, cómo es que con tanto éxito de uso tenemos resultados discutidos y cómo con tanto potencial seguimos marcando rayas que taponan la iniciativa.
Goyo
16-feb-09
Bandera Medioambiental