Las necesidades de comunicación que aparecen por el uso del lenguaje, provocan la creación de palabras nuevas. Los estudiosos del funcionamiento de las sociedades y de las personas, cuando perciben que impera una desorganización colectiva, detectan que es usual el aislamiento del individuo del resto del grupo de pertenencia. Ese “no querer saber” es consecuencia del descontrol de las normas sociales muy a pesar de la abundancia de leyes. Yo creo que experimentamos esta sensación en nuestro país y en nuestros tiempos. Hay anomia.
Sobre cuáles son las causas que originan esta situación, aunque no sea fácil establecer las prioridades y las relaciones que existen entre ellos, estas cuantas pueden darnos servicio explicativo:
Desconfianza generalizada en las instituciones públicas y en sus gobernantes. Elevado porcentaje de ciudadanos abstencionistas; más de la tercera parte de los electores. Desequilibrio entre la necesidad de protección laboral y el descrédito de los sindicatos. Exagerada distorsión entre las preparaciones académicas y la obtención de un trabajo. Huída de jóvenes formados a otros países. Reducción drástica de atención en todos los servicios sanitarios y educativos. Amplia desprotección social de los sectores de la infancia y de la vejez. Aumento de la pobreza en los pobres y de la riqueza en los potentados. Desconfianza en los cuadros de la Justicia y en los cuerpos de seguridad ciudadana. Concepción democrática cada vez más centrada en lo numérico y no en los acuerdos.
La relación admite más añadidos, y el orden de aparición no implica ninguna jerarquía; una intrincada red de relaciones e influencias entre ellos es lo que fabrica en sentimiento generalizado de “la crisis”. Y lo que percibo en mis alrededores es la sensación de que el año que comienza debe trastocar todo este engranaje perverso, es como si necesitásemos el cambio de un año para darnos cuenta de ello.
Si en lugar de contar la cosa por años, lo hiciésemos por lunas, -como aquellos indios- lo mismo nos encontrábamos con mejor predisposición para mudar el ánimo. Y una vez que nuestro espíritu se haya recompuesto y se aclare como la luna llena, ¿qué término conviene crear para definir la compleja “salida de la crisis”. Que saldremos, no preocuparse; la duda la tengo en el cuarto.
Goyo
20-ene-16 Día del Miércoles Triste