Parábola de la vendimia

 

Yo no soy predicador, si acaso me acerco al territorio de los hacedores de vino, ya que no se me da tampoco transformar el agua; pero esto de las parábolas tiene un encanto resistible, que eres capaz de resistir la lectura por ver si tú mismo descubres a qué causa y sazón convienen.

Entonces he encalado las tres paredes blancas de la bodega; la cuarta, la de ladrillo visto, la he tratado con una disolución de sosa caústica al 10% y luego la he enjuagado con agua abundante. Todas la vasijas, recipientes, cachivaches, canastas, maquinaria, estantes, tinajas de plástico,… las he lavado con una solución de Catigene al 20%, así como los cristales de las ventanas, las puertas, los techos, los suelos,… y después todo ello bien aclarado con abundante agua. Incluso algunos útiles los he sacado a secar al sol.

 

Pero debéis saber que ello no basta, que para asegurar un proceso de vinificación de calidad, además de haber tratado con cariño a la tierra, a la viña y a la uva, se requiere que el la bodega no exista el riesgo de que alguna colonia de bacterias acéticas quede por algún recoveco; lo que implica que no han de dejarse vinos de otros años, ni licores, ni frutas en conserva, … ni mucho menos vinagre.

 

Así que también he sacado algunas cajas de vino con cosechas de otros años, incluso muestras felices de aciertos y suertes pasadas.

 

Este año entonces. me he desprendido de los posibles riesgos acéticos higienizando al decir de la ciencia química y biológica por si así se asegurase mejor el éxito. Es época de vendimia incluso para la Política de este país tan vinatero. Quizá haya que guardar caldos de recuerdo, quizá tan sólo para comparar el vino nuevo.

 

Salud !.

 

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