La ratonera

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Los científicos sin relumbrón siguen pensando que el gremio de ratas y ratones constituye el mejor ejército experimental para después traspasar las hipótesis al gremio humano, cuanto más en aquellas personas sabias alumbradas por el reconocimiento. Así llevamos como dos siglos tranquilos, muy a pesar de los intentos -cada vez menos- de nuestra dominancia vaticana… ya sabrá usted cómo se las andaba el Santo Oficio.

Muy a pesar de ello, la gente inquieta desafía a la gente quieta y, Robert Edwards, consiguió dominar la técnica para facilitar hijos a las personas con dificultades naturales para tenerlos; no es verdad que tan sólo con un tubo de ensayo se resuelvan las incógnitas, los tubos de ensayo fundamentalmente sirven para detectar errores en el camino. A la santa pater/maternidad no les ha gustado la concesión del honor. Aún no he indagado qué piensa la doctrina sobre las almas de los vitronacidos. La inseminación in vitro no debe confundirse con amar sobre una fría mesa de cristal; pero a algunos inexpertos (?) teólogos les ha parecido que la técnica puesta a punto por Robert Edwards por Robert Edward, no ha gustado a la curia que seguramente optará por criterios quizá más confortables.

Por tanto, -y por tan poco- a veces pienso que los humanos no andamos lejos de los malditos roedores; basta diseñar una buena trampa para reconocernos imbéciles con gran CI. Estas insanas conclusiones las he obtenido en soledad junto al sol tierno de octubre, sentado a la luz del día y limpiando una vieja ratonera que he rescatado de la casa de mi madre.

Ratonera
Si observáis el artilugio y detectáis la eficacia de su mecanismo, obtendréis la conclusión similar al Nobel de Economía.

Los obreros están convencidos de que los gobernantes son los responsables de su penuria contractual y las empresas aseguran que son los gobiernos los responsables de su quebrada salud, que ya no tienen iniciativas porque a los políticos les falta iniciativa. Se precisa entonces una revolución financiera in vitro.

El experimento ha funcionado bien: casi todo el personal reinvindica un Estado facilitador y regulador del sistema productivo; o sea, parece reivindicarse aquello que se propugnaba décadas atrás más allá del muro de Berlín; pero aquella incruenta caída fue tomada con alborozo, porque así se asentaba sin miedos el principio de la libertad de las empresas a decidir sobre su economía. La privatización de las empresas estatales de la Alemania pobre, auguraba el éxito de la socialdemocracia; sin embargo, ahora me parece cada vez más clara la tendencia a exigir de los gobiernos como una especie de estatalización del mundo laboral, no sé si es porque las empresas privadas carecen de iniciativas o porque hay un muro bancario invisible.

Y entonces llegan los premios Nobel de Economía, que explican con claridad lo que ya aprendieron los obreros ibéricos en las plazas de los pueblos allá por los años cincuenta del pasado siglo: no se llega a un equilibro oferta/demanda en el mercado laboral por la existencia de fricciones. A mis entendederas, suele ocurrir que los galardones otorgados a los avances de la Fisiología y Medicina tienen -o tuvieron- repercusiones positivas inmediatas; ¿veis? los niños nacen de otras maneras. No obstante, me sigue pareciendo que en las condiciones crudas del trabajo siguen las viejas prácticas, pero esta buena gente de la cosa económica se las ingenia para explicar cómo duele la pobreza y no acaba de encontrar medicamento. Se conforma con explicar los orgasmos de la riqueza. Es la ratonera.

Como podéis ver en la foto, uno de los soportes ha sido modernizado por mi habilidad reparadora de trastos y puede volver a funcionar. La ratonera sigue dispuesta y el tiempo sigue corriendo en contra de los crédulos.

Claro que si no conocéis cómo funciona este simple artilugio, después no os podéis quejar de cómo los bancos despluman… y os aviso que la mejor oración para el culto a los mercados se inicia y remata con el recorte en gasto social, tema éste que lo mismo es premiado en la próxima convocatoria sueca.

Goyo
14-oct-10

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