El clarinete

 

clarinete

 

Quien me conozca sabe con certeza que yo toco el clarinete como Woody Allen; sabe también que mi compromiso con la música y sus necesarios ensayos fue la causa y razón por la que no me presenté a recoger el quinto óscar de concejal. Pertenezco a una primeriza banda de pueblo, que es florida porque recoge todas las flores del año, lo mismo anima fiestas de agosto que acompaña el Santo Entierro, nada nos arredra.

 

Y por si lo serio exigiese su correspondiente dosis de cachondeo, también toco el clarinete en la charanga de mi pueblo, que se llama “Semos la leche”. La charanda, no el pueblo.

 

Lo que pasa es que no nos damos mucho a conocer así como que los asesores de Monago se dan poco a investigar. Otros por uno, parece más anecdótico contratar una vieja banda de jazz del Nuevo Orleans que contratar al mejor clarinetista joven de Europa, que es extremeño y se llama Víctor Díaz y que no se cansa de tropezar con galardones, medallas y reconocimientos internacionales. El año pasado, Víctor obtuvo en Italia el reconocimiento de mejor clarinetista del mundo para jóvenes menores de 18 años; Luis Pastor, que ya se ha dado cuenta: lo fichó el pasado verano para su actuación en el pueblo de Piornal. Iremos a verlo a Polonia o a Oporto, que allí estudia y nos cae más cerca.

 

Y si es por Música en tiempos de crisis, yo abogo por “El Festivalino” de Pescueza, que es el festival de música más pequeño del mundo, donde confluyen los músicos con sensibilidad verde, la danza callejera, la reforestación festiva y el reconocimiento sencillo de lo rural a base de convivencia directa. ¿Por qué no puede repetirse “El Festivalino” cada uno de los meses del año? ¿Le llega ayuda institucional suficiente? ¿Por qué no se toma como modelo variable y ajustable lo mismo para las sierras del sur como para los valles del norte?

 

Desde hace más de dos décadas, el Conservatorio de Música de la Institución Cultural “El Brocense” continúa formando excelentes profesionales de los que conocemos poquita cosa; me parece que no bastan los esfuerzos para formar técnicos en instrumentos musicales, hay que añadir parámetros que también instruyan al público, a las fiestas y a los trabajos en el diverso mundo musical. Dudo que algún partido político aproveche algún renglón para componer su programa.

 

Goyo

29-dic-14

Señorías educadas.

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Se vislumbra un largo y difícil invierno. Escrita esta frase en esta época y circunstancias, y teniendo por certeza que no creo que un sobre me valga veintiún euros, les explico en lo que sigue la doble duda que mi entorno informativo me presenta. Yo entiendo que cualquier otra persona, por tener otro entorno informativo, se encuentre inquieta por otras dudas, que siempre provienen de una información incompleta.

Un senador del Partido Popular defiende que para nada y para nadie es necesario indagar en esa nuestra historia que comienza el 18 de julio de 1936 y empieza a terminar el 20 de noviembre de 1975. La verdad que desvelase por qué y dónde desaparecieron militantes socialistas, quiénes ordenaron y/o ejecutaron fusilamientos, dónde están enterrados los desaparecidos sin combate, quiénes participaron silenciando o acusando,… dice el senador que eso de reparar las víctimas del franquismo, no es de obligado cumplimiento por mucho informe de la ONU que nos venga. Reconoce su señoría que en España “no ha habido Comisión de la Verdad”.

Ni falta que os hace” remató el senador Muñoz Alonso.

Antes, había rebuscado en hechos, declaraciones y fotos de los mandatarios asistentes a la reciente Cumbre Iberoamericana de Veracruz; parece que el protocolo de la gloriosa recepción aconsejaba que las altas personalidades asistentes debieran vestir una guayabera blanca de puro algodón. Así que la buena gente se puso el disfraz de obediente, lo que sin duda les facilitó determinados pronunciamientos que nunca los oigo desde gargantas encorbatadas. Nuestro rey dice que se debe conseguir “una mejor distribución de la riqueza”, cosa que también significa y alcanza que los pringaos sigan sin tocar pelo.

En Veracruz, que está en el país donde recientemente han desaparecido cientos de mujeres y decenas de estudiantes de magisterio -otra vez con las mujeres y con los maestros- desde allí nos dice la prensa que “más allá de los orígenes ideológicos” todos comparten “el proyecto de asegurar que haya más prosperidad, menos pobreza, menos desigualdades y un mejor desarrollo económico.”

Será cosa que impone la guayabera, que incluso empuja a reconocer que lo que falta hacer son las reformas estructurales necesarias. Otro día lo explico, que aún no lo tengo claro.

Goyo

15-dic-14

Separación soberana de poderes.

 

 

Salon de Madame Geoffrin.

madame-geoffrin

 

Lo vuelvo a repetir, republico por entero mis reflexiones sobre la necesidad de unas elecciones para determinar el poder judicial.

El Estado parece cosa indiscutible para garantizar la defensa del hombre de otros hombres; salvo para los anarquistas, que opinan lo contrario gracias a que hay Estado.

Al parecer de los pensamientos recogidos por las personas que no tenían blog, hubo de esperar siglos para que un noble barón que hacía pasillos y salas con la gente poderosa, propusiese la conveniencia de asentar el poder en tres patas, quizá partiendo de la observación sólida de que las mesas no cojean cuando tienen tres patas; digamos que sería como una reflexión profunda y “popular” en el sentido perdido del término.
O, tal vez, esta famosa terna estatal provenga de aquella “trias politica”. O quizá que la monarquía no funcionó, tampoco la diarquía e intentaron la triarquía.

Don Carlos Luis ofreció a la época de finales del XVII la idea de que muy bien los pueblos podrían gobernarse mejor, si se diversificaban las tareas poderosas; si unos cuantos hombres se ocupaban del asunto de hacer las leyes, otros distintos se dedicasen a observar y cumplir su ejecución y otros desempeñasen la tarea de valorar su cumplimiento.

Modernamente esta teoría sobre el poder se denomina, en sentido estricto, separación de funciones o separación de facultades, a pesar de que considera al poder como único e indivisible y perteneciente original y esencialmente al titular de la soberanía nación/pueblo, resultando imposible concebir que aquél pueda ser dividido para su ejercicio. La teoría apareció en 1758 gracias al citado Barón de Montesquieu, y las primeras líneas maestras se escribieron cuando, en 1787, James Madison convenció al grupo de redactores de la Constitución de los Estados Unidos de América.

James_Madison

 

Claro, si esta separación se obedece en extremo por cualquiera de los tres poderes, el estado corre el riesgo de quedar inutilizado de soberanía por mera incomunicación; la dificultad estriba en que cada uno de los poderes sepa ser independiente sin dejar a un lado cualquiera de los otros dos. Para tratar del corregir esta posible desviación, el parlamentarismo inglés añadió el concepto “checks and balances” con el fin de mejorar algunos evidentes distanciamientos; la aportación inglesa se refiere a varias reglas de procedimiento que permiten a uno de los poderes limitar a otro; por ejemplo, mediante el veto que el presidente de los Estados Unidos tiene sobre la legislación aprobada por el Congreso, o el poder del Congreso de alterar la composición y jurisdicción de los tribunales federales. Cada país que emplee la separación de poderes tiene que tener, debe tener, su propio mecanismo de checks and balances.

Estamos entonces frente al eterno peligro que edificamos cada vez que hacemos partes teóricas de un problema que en la práctica sólo es uno; cuando analizamos para distinguir, corremos el peligro de hacer creer que las partes son reales, independientes, con existencia propia y autónoma y no fruto de la imaginación.

Nótese que nunca se propuso que el personal cumplidor recibiese parabienes, consideraciones, premios o regalías; antes bien, aquellos que transgredisen las normas, todo el mundo entendía que era merecedor de un castigo. Para ello era necesario que fuesen descubiertos, obligados después a declarar, detenidos si el suceso revestía gravedad, contrastada su falta con los preceptos y escuchadas las diferentes partes afectadas en el proceso; con todo ello, la figura del juez emitía un edicto naciente de su juicio, del ejercicio de comparación contrastada y del su raciocinio: construía una sentencia ya prevista por las leyes, luego no era tan independiente. De la misma forma, las personas dedicadas a confeccionar nuevas leyes debía de depender de la estructura jurídica global que las permitiese; como si fuese cierto y conveniente gobernar con el rabillo del ojo, legislar con miedo y juzgar con prudencia.

Como tengo muchas cosas que hacer, ahora no me quiero ocupar en preguntarme por qué los teóricos del Derecho Positivo no han sabido influir en componer sanciones positivas destinadas a las personas obedientes y buenas; como si pareciese más acertado dar un palo al malo que un beso al bueno, por ejemplo.

Tampoco conozco a pensadores que se hayan atrevido a disgregar aún más el poder. Para este caso, reflexionar si han de ser tres las partes separadas o han de ser cuatro o siete. ¿ Por qué tres y no más ?

Todo esto que parece sencillote y asumible, sigue fuera del criterio de los gobiernos de más de tres mil millones de seres humanos: más de la mitad de la Humanidad no vive conforme a la creencia de Don Carlos Luis; de la otra mitad, apenas se valoran sus gobiernos con el calificativo de “demócrata”, y del escasito resto humanitario, son tan lánguidas las credenciales, que aún después de 200 años seguimos pisoteando, puenteando, burlando y retorciendo la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Los franceses y los paisanos ingleses de las colonias en América del Norte fueron los primeros aventureros en adquirir ración completa de Democracia para asegurar la condición fraterna, libre e igualitaria del pueblo a la hora de gobernarse; a eso llamamos Democracia; sustantivo que también se usa para cosas parecidas que pecan de alguna escasez de Libertad, algún desdén de Fraternidad o alguna torpeza de Igualdad. Naturalmente, también existen mezclas diversas de deficiencias; para que ustedes lo gusten mejor, es como si comparamos un jamón de bellota de dos años de curación, con la diversidad pernil (existe aquí tanta diversidad, que la verdadera especie corre peligro).

Pues lo mismo pienso ya de la Democracia en estos tiempos; reflexionando sobre las aventuras italianas, sobre la ética de la derecha española, sobre el desamparo de la ciudadanía en los países árabes, las persecuciones chinas o el abandono sociopolítico de la sanidad de los pobres en la nación más rica y poderosa del mundo, me parece que son muy pocos los que degustan bocatas de jamón ibérico extremeño.

Una de las cosas que me siguen haciendo torpe en este embrujo social es cuando contemplo que se puede caricaturizar, criticar, burlar, insultar,… a cualquier miembro del poder ejecutivo.¿ Por qué está permitido y alentado el desprestigio de la personalidad política y decimos que a los jueces hay que respetarlos aunque no compartamos sus pronunciamientos?. A una señora diputada al Congreso se le puede decir una colección de antojos, a un ministro, colección y media; pero a un juez solo le viene bien el lacerante “no compartir su criterio”. Claro percibimos que hay una pata de la mesa como intocable, y que no nos atrevemos a cuajar el mismo respeto a las gentes que componen el poder legislativo y el poder ejecutivo. ¿Por qué no está penado con la ley decir que el jefe del ejecutivo es un bobo solemne y te puede costar más de un disgusto decir que tal jueza es una boba solemne?

Además de la incongruencia ética anterior, padecemos falta de rigorismo democrático: ¿Por qué al pueblo soberano se le ha declarado torpe para elegir al estamento judicial?.¿Por qué se autoriza al poder legislativo para elegir a los miembros del Judicial y no al revés? ¿Porqué el Consejo del Poder Judicial no puede elegir al Consejo de Ministros?. ¿ Qué produce más daño democrático, burlarse de un juez o burlarse de un Diputado en Cortes?

El Consejo General del Poder Judicial se crea como para garantizar la independencia de los magistrados frente a los otros dos poderes del Estado; sin embargo, son elegidos por el Poder Legislativo. Si a esto añadimos el modo cómo se eligen los magistrados de los más altos tribunales, su independencia judicial se hace en nuestro país tropezando continuamente con el «Espíritu de las Leyes«. Esto último tiene la ventaja de parecer lógico porque aún no conozco a personas que reivindique que sea la soberanía popular la que elija a los magistrados. (Exactamente: que podamos elegir a quienes creamos que van a ser los mejores magistrados).

No entiendo bien por qué piensan los entendidos, que el pueblo sencillo no sabría distinguir bien a la hora de elegir a los jueces democráticamente, como democráticamente se eligen a los representantes legislativos.
Las señoras y señores diputados a Cortes, para ser elegidos, no requieren pasar obstáculos académicos o administrativos; sino aquellos que presenta el partido político al que pertenecen; por lo tanto, el poder legislativo, el que hace las leyes, puede muy bien componerse de personas que jamás antes haya tenido experiencia de cómo se hace una ley, y al parecer eso lo vemos “normal”. Y de este grupo de personas electas, es, -de entre ellas- quienes deciden quien será el responsable del poder ejecutivo, que seguirá jugando en el terreno de lo legislativo, por lo que podemos afirmar que esos dos poderes no están separados, y mucho menos separados por la voluntad del pueblo.

El pueblo no ejerce su capacidad soberana para elegir al poder ejecutivo, como tampoco se le pide opinión sobre el judicial, que es -inexplicablemente- inopinable y debe ser respetado como cuando se respetaba el poder absoluto del rey en aquellos tiempos absolutos.

Goyo
Esto fue publicado el 27-abr-10

Bellotas en Navidad

 

 

 

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Con los últimos días del año, las encinas dejan caer también sus últimas bellotas; herramientas cobrizas que intentan poblar de nuevo los campos con carrascas que algún día podrán convertirse en encinas centenarias, si es que antes algún animal no la ha aprovechado.

Pues les decía que llevo desde 1992 intentando remozar con nuevas encinitas los yermos que tan bien fabricó nuestra no lejana historia agrícola. Aquella historia no tenía mejor proyección de futuro que descuajar (arrancar de cuajo) montes y dehesas aunque sus tierras no sirviesen gran cosa para la producción de cereales. O sea, que antes de la locura de los montes tropicales y amazónicos, nosotros experimentamos bien a gusto la limpieza arbórea, quedando muchos de nuestros campos para que las ardillas pudiesen viajar en avión si querían atravesar la península desde Évora a Gerona, por ejemplo.

La costumbre que usted puede asumir es muy simple, barata y larga de fiar: se trata de coger alguna que otra bellota, de esas que pronto ya no habrá, esconderla en algún hueco del campo y esperar taimadamente a que crezca. Aunque nunca pueda gozar de su sombra. Aunque nunca más el destino le permita volver a visitarla.

O bien, sembrarla junto con su hijita -o junto con su nieto- en una maceta, esperar a que germine, cuidarla durante un año, y volver a repetir la fiesta de la replantación en la próximas Navidades, desprendiendo la planta de la maceta con mucho cuidado para pasarla a tierra. Incluso regalarla.

Otra cosa también emotiva y efectiva: regale como felicitación navideña una bellota a su jefe, a su empleado, a su vecino del cuarto, al vendedor de la Once, al Policía, a la Alcaldesa,… que seguro que lo toma en consideración y proporciona lo que será un hermoso marco de encina dentro de veinte años.

Mejor aún: tenga el atrevimiento de enviar en esta fechas tan tiernas dos o tres bellotas a ese familiar que tiene en Móstoles, en Vitoria o en Castellón, cuéntele la historia feliz de que existen culturas en las que se reconoce a los viejos poderosos porque siembran árboles de los que quizá nunca se aprovechen de sus frutos.

 ¿ Saldrás a sembrar una bellota ?

¿Has preparado el sobre para enviar dos bellotas a esa persona?

Goyo

03-dic-14

bandemita                                     Bandera Medioambiental.