Urbanismo

 

 

Urbanismo

 

Cambian las cosas sin que se nos dé a conocer cuáles son los motores del cambio o qué tipo de combustible se utiliza para alterar lo conocido y transformarlo en lo nuevo. Pensemos en los trabajadores; no hace mucho tiempo, cualquier grupo humano provisto de gorra con visera y pantalones amplios transmitía la información inequívoca de pertenecer al sufrido mundo obrero. Ya sé que alguno me dirá que con tanto paro no se percibe ni gorra ni pantalones. Si acaso este par significativo tan sólo es aplicable en nuestros días a determinada tribu urbana enclavada en la adolescencia. Los obreros de nuestra actualidad lo mismo muestran corbata que mono con manchas. Todo está confuso e indistinguible.

 

Ahora me fijo en la idea que arrastra la palabra urbanismo. Cuando yo era adolescente, con ese término se aludía a los principios que guiaban la educada compostura social, el cúmulo de comportamientos necesarios ante las diversas situaciones que la vida en sociedad exige. Tener urbanismo suponía mucho más que tener educación; pues toda la urbanidad era observable mientras que no toda la educación se traducía en modales visibles. Así, ir corriendo a besar la mano al cura podía servir para ocultar la educación más rancia con la urbanidad más aplaudida.

 

Después llegaron los tiempos donde se instauró sin discusión, que la Concejalía de Urbanismo era mucho más importante que la Concejalía de Educación, que las tareas del gobierno relacionadas con la construcción tenía mucha mayor transcendencia que las de la escuela. De alguna manera, permanecía la valoración clásica de principios del siglo pasado: se prefiere el urbanismo a la educación.

 

Así fue que nos dejamos emborrachar por tecnicismos arquitectónicos y fundamentalismos financieros; tantos y tan bien armonizados que no encontramos hoy forma de recomponer la cordura. No todo ladrillo cabe en el campo. No toda vivienda puede edificarse donde antes hubo arroyo. No todo cemento se respeta por las olas del mar,…

 

Ya habrán oído el asunto del concejal de Estepona, pueblo que está en la costa, a la intemperie de las recalificaciones y las oleadas capitalistas. Tengo clavada la duda de si este paso es intento serio para que la Educación en Política valga mucho más que el Urbanismo en Política.

Goyo

11-nov-15