Sobre la memoria

Fíjate si estoy preocupado por la memoria que sigo creyendo que eso de ser maestro es cosa buena; porque la memoria es un buen arma contra el embeleco y así como borrar la memoria es facilitar la mentira, dar brillo al recuerdo favorece el encuentro con las realidades.

¿Qué concepto de memoria tendría aquel cura que decidió enterrar al Ino justo en la entrada del cementerio para que todo el mundo pisara la tumba del rojo?. (Si alguna vez muero, enterradme donde pise la ciudadanía y haya cerca raíces de árboles).

Hasta los psicólogos anamnésicos conceden beneficios inteligentes a la memoria: basta que se aspire a imponer un borrador al recuerdo para que las imágenes, las palabras y los soportes se transformen en los mejores predicadores. ¿Por qué no saben estas cosas tan simples un gran fiscal y un gran juez?. Lo de “audiencia”, lo es porque sólo le va el audio y no el vídeo?

¿Habéis visto y oído como se traslada, acrecienta y fomenta una portada que podía haber pasado desapercibida para el público no visitante de los jueves ?

¿Algunas prohibiciones no serán secuestro de algunas memorias?

Goyo
30-jul-07

El tren y las escuelas

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Guillermo Fernández Vara vuelve a tomar otro éxito para merecer algún día de este mes, descanso liviano de media hora de terraza y cerveza: su propuesta de que las estaciones del futuro AVE extremeño estén fuera de las ciudades ha agradado a tirios y troyanos. Todo el mundo contento; aunque haya ahora que dilucidar qué significa «fuera». Badajoz, Cáceres, Mérida, Navalmoral de la Mata y Plasencia se congratulan por tanta identificación. Eso es estupendo; eso sí que es Extremadura en positivo.

Yo, que padezco el castigo permanente de la duda, comparto tanto la armonía de alcaldesas y alcaldes tan distintos y distantes, como los consejos experimentados de otros alcaldes y otras tierras. Viví durante seis intensos años en Bélgica, en una situación realmente privilegiada por las oportunidades que la Europa Rica nos concedió a los españoles cuando ingresamos en el extinto Mercado Común. (Yo sigo creyendo que aquello fue más el fruto de la exquisita negociación de Felipe González, de Manuel Marín y del genial Morán).

Y en aquella vivencia de la Europa Rica -que lo sigue siendo- yo habitaba en Lieja, a una hora de coche de cualquier ciudad gorda y a un cuarto de Maastrich o de Aquisgrán y me apetecía mejor coger el tren para ir a impartir mis clases, que coger mi coche propio y navegar por la red de autopistas: era igual de rápido el tren y se incrustaba en el centro de las ciudades con mayor precisión que mi coche.

Sobre aquellas experiencias, indagaba yo en cómo soportaba la ciudadanía tal decisión que parecía universal, compartida y respetada. La misma que se tenía cuando los poderes públicos decidían que había que hacer un colegio: ahí, en el centro habitacional; es decir, donde le quede más cómodo a la población que utilizará la escuela o el instituto. De esta manera, los ciudadanos holandeses, belgas o alemanes saben con certeza que cuando su administración decide que ha de hacerse una escuela, un hospital o una ampliación de una estación de trenes, los procesos de expropiación son -al menos en aquellos tiempos lo eran- ágiles y no cabreantes para las familias, empresas o particulares afectados. Todo se sabía como una especie de herencia estatal, de sello indeleble de ciudadanía: el tren, el hospital y la escuela, el Transportepúblico, la Sanidad y la Educación son innegociables por ser prioritarios. (Mejor, ya eran prioritarios porque se habían asentado en la negociación de 1959)

Yo percibía, desde mi visión pueblerina y sureña, que en mis entornos la cosa no era así y observo que aún perdura en muchos casos. La incógnita entonces está en si los «Bárbaros del norte» -como escribió Marín «el Negociador»- siguen envidiando algunas de nuestras notas sociales o si hemos de tomar nosotros nota de sus concepciones de la cosa pública.

En París, en Bruselas, en Amsterdam, en Londres, en Dormunt, en Berlín, en Hannover, en Colonia,… se accede por tren rápido al mismo corazón de la ciudad. Parece que eso no podrá hacerse en Badajoz o en Cáceres.

¿Comprenden mi duda?

Goyo

20-jul-07

Un año después y un regalo

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Gracias amigo Santiago por recordarnos el primer añito. Fue el Ateneo de Cáceres quien nos acogió y algunos medios dedicados a información estuvieron al acecho, a la caza y al compartir. Debemos repetir visita de agradecimiento, aunque aún no sepamos andar solos.

Acababas, Santiago, de encomendarte a uno de esos tribunales que deciden si tu vida futura va a encarrilarse por las aulas o van a dejarte en la estación. Aquel viaje no fue exitoso; tal vez -por eso tal vez- te has convertido en el blogger más leído de Extremadura sin que ningún tribunal venga ahora a santificar nada: ahí están los datos, las visitas, los amigos, el tomate, …

¿Tú has oído Santiago, a esa persona joven que te invade el ambiente con la proximidad de un coche veloz repleto de música chunchunera? ¿O a ese que nos colmata con el lalolailo new?… pues te voy a hacer el regalo que merecemos.

En el extremo opuesto a esa violencia artística que a veces impera a nuestro lado, en nuestro tren extremeño, tenemos a Santos Domínguez que lo dibujan cada vez más poeta, cada vez más esteta. Él sí que sabe andar.

Ese es el regalo que creo nos merecemos.

Goyo

16-jul-07

Selectividad: nota de corte

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Si las ideas que manejamos y nos manejan cumplen decididamente con los ritmos y los ciclos, me percibo ahora como en un tercer set romano, poco católico (poco universal) y poco apostólico (poco ejemplar). El movimiento pendular nos arrastra de nuevo al remake de Trento.

El dicasterio romano, que es como el G-8 de la cristiandad, prefiere que los nuevos obispos releven a sus antecesores siguiendo una serie de criterios que vienen determinados esencialmente por «ser buenas personas, bien formadas, pero sin capacidad de liderazgo».

También coinciden los observadores especializados en que los nuevos prelados son «piadosos y obedientes» y de una una «rigidez doctrinal extrema».

Las nuevas formas de selección utilizan tamices bastante finos, según leo en un extenso artículo :«A los sacerdotes se les recluta ahora en ambientes muy conservadores y se les recluye en centros muy concretos. Muchos proceden, no ya de movimientos parroquiales de base, sino de las cofradías, de la religiosidad popular, y muy pegados al tradicionalismo. A diferencia de antes, se valora menos la formación intelectual».

Ya leen, estos que vienen de nuevos pastores no necesitan muchas ideas, puesto que las ideas son cosas que suelen aparecer en la gente que desea formar su intelecto.

Esta es la nota de corte para pasar la selectividad: piadoso, obediente, con rigidez doctrinal extrema y arraigado al tradicionalismo» ; así es normal que no se requiera mucha formación intelectual.

Seguro que de nuevo recomienza otra Teología de la Liberación.

Goyo

09-jul-07