Comenta nuestro amigo Manolo Saco que no puede evadirse de narrar su impresiones acerca del polvoriento Madrid, de cómo pican las gargantas y de como los capós de los coches reciben los mensajes apuntando consejos de limpieza. Ahora resulta que dicen que a los polvos de Madrid se añade un polvo sahariano, como si la culpa también fuese de mi amigo Mokhtar Atitar de la Fuente.
Vuelvo en contra del urbanismo de las ciudades insostenibles. Las masas de los ciudadanos que habitan en ciudades como Madrid deberían sentirse tan agraviadas como los musulmanes de Iraq, de Sumatra o de Pakistán: es una caritatura de ambiente lo que Madrid expone, es un atentado a los valores de salubridad que nos revelaron nuestras divinidades sociales. Claro que como en eso de las creencias sociales no tenemos fundamentalistas radicales extremos, aceptamos que lo «popular» invada todo impunemente.
No es verdad que los dirigentes de Madrid hagan cosa similar a esa que nos ha mostrado un vídeo con soldados ingleses haciendo de los árabes pingajos humanos; el trato que una ciudad insostenible impone a sus habitantes (plantas, pajarillos, mujeres, alimañas, edificios…) es infinitamente más educado y perverso.
No hace falta vídeo, pásese por Madrid cualquier día.