Fernando, cuando a mí me dijo César que me invitaba a escribir es estas páginas etéreas, nunca fui precaví lo suficiente como para soportar sin inquietud la cercanía de personas de tu oficio y esmerada condición; si ya el equipo en el que entré era galáctico, ahora me siento con más vértigo de indígena bellotero.
Yo vine invitado a una oferta sencillota de creyentes de la Ética del buen pensar y, mucho a mucho, me encuentro rodeado de los nuevos gigantes del oficio sacro de la escritura tal cual sale del ánimo: desde el Lobo con su fragata volante hasta el Martínez Soler con su sufrido contraste cotidiano de este mundo y de este país.
Esta es cada día mi mejor casa. Me han regalado una habitación de lujo, una solución habitacional a mi modo de pensar, una nueva oferta a mi tarea comprometida de escribir al dictado de mis sentimientos. Hasta de vez en cuando se me escanfurnia el complejo electrocebernético.
Me siento satisfecho de estar entre este grupo de ideólogos e ideólogas. Acepta nuestra cariñosa acogida, egoístamente así me asiento mejor.
(Estoy escuchando ahora, por entero, “Above” de Mad Season). Vaya por tod@s.