O la tía.
Ya que no tuvimos la necesaria precaución para detectar si hubo trato o truco en la organización del evento del pabellón Madrid Arena para festejar Halloween, parece tenerse ahora la máxima atención puesta en hallar responsables diversos y distintos.
De toda la riqueza y lujo de posibles causas que expliquen el origen de la tragedia, a mí personalmente me afecta el supuesto que apunta a que, tal vez, el efecto de la explosión de un petardo o el llamativo encendido de una bengala, sería el protón culpable de la reacción en cadena que inicia la estampida humana por tan estrechos pasillos.
Me es más creíble la hipótesis del petardo; pues en una aglomeración de gente que irrumpe -desde el botellón exterior- la pista donde el figura de la noche iba a comenzar su faena, el efecto asustadizo de una bengala quizá sea menos desencadenante del pánico que lo es el ruido de un petardo. Claro todo esto son suposiciones subjetivas porque yo soy muy subjetivo con esto de los petardos.
A mí, la explosión de un petardo como muestra alegre que acompaña una boda, una fiesta de pueblo o una juerga amigable, es fenómeno que no acabo de ver claro, quizá por mis cortas luces. Hay elementos iluminados que entienden divertido observar a la gente en susto provocado por la estruendo de un petardo que, curiosamente, no lo dejan explotar en las cercanías del bromista. Para mí, este tipo de explosiones violentas me serían agradables si se produjesen en la entrepierna de aquellos a los que les gusta tal tipo de bromas, porque está muy mal pensar que también sería divertido que explotase en la entrepierna de la madre del bromista. Curiosamente explosiona para molestia de transeúntes y para miedo y cabreo de gente como yo, que quizá seamos pocos y aburridos.
La posible variedad de causas y responsabilidades van a establecer un estudio minucioso del que sin duda se obtendrán aprendizajes diversos y ajustes preventivos para fiestas similares; pero mucho me temo que se menosprecie la hipótesis del petardo y se sigan vendiendo, incluso a menores de edad, en estas tristes fiestas sin que la Policía Local, la Policía Nacional, la Policía Secreta o la Guardia Civil controlen su venta y uso. Y que el tío del petardo -o la tía- se vaya de rositas.
(La foto ilustrativa está tomada del blog laculpaesdelagente)
Goyo
22-nov-12
La foto ilustrativa se la robé al google, así que si de mí depende, es toda tuya, amigo 😉 Puedes borrar la mención hacia mí, aunque de todos modos se agradece tu honestidad. Muchísima suerte y hasta otra 🙂