¿Qué libros tengo que quemar, señores importantes?, ¿qué razones me nublan y entorpecen?
Es sábado por la noche. Acabo de escuchar con mucha atención a poderosas personas que interpretan y opinan sobre lo que nos sucede con el dinero pasado, el dinero presente y el dinero futuro. Presentan todas esas personas un grado de quietud y armonía discursiva como diseñada para contaminar de avenencia al que escucha. Se sientan en retocadas sillas de amplios y diáfanos salones; los cuellos encorbatados no constriñen la arenga.
Son, repito, personas importantes que dirigen bancos y que dirigen países y que dirigen mensajes todos encapsulados en una especie de sugerencia resoluta: “a los ciudadanos se les pide confianza y tranquilidad porque así se reactivará la economía”. Nuestros bancos están sanos.
Todos –siguen diciendo- hemos cometido errores; por ejemplo el de hacer descansar el carro económico en la estupidez constructiva (esto lo digo yo, ellos dicen “la construcción”) como por otro ejemplo, el de consumir con dinero prestado y otros ejemplos que aburren el entendimiento.
Estas importantísimas personas (el famoso FMI que dirigía el señor Rato) proponen también una urgente reforma del sistema financiero; pero no aclaran ni la forma que tiene en la actualidad ni la que proponen para el futuro.
Eso sí, esas importantísimas personas reconocen que los consumidores están muy preocupados por el futuro,… que digo yo que quizá sea esta preocupación la que les impida el sosiego y la confianza reactivadora de la economía. Vamos que enhebran la maraña, con lo difícil que es enhebrar una maraña.
Y por eso todo me sigue apareciendo como una enorme falacia orquestada, una gigantesca falsedad.
¿No estaban confiados y tranquilos los ciudadanos hace un año?, ¿qué excitación ciudadana ha promovido el derrumbe de las bolsas?, ¿es culpable la ciudadanía de este escándalo incomprensible?… y en todo caso ¿dónde están los culpables?, ¿quién los oculta o los protege?, ¿qué pena les espera?.
Goyo
18-oct-08