Siempre digo que cada vez que se viaja debemos comprometernos con aprender al menos tres cosas nuevas. Mi hijo ha estado este fin de semana corriendo por los cerros de Úbeda, donde se ha celebrado el campeonato de España de Triatlón y al regresar, le he pedido que me muestre las tres aprendidas.
Me comentaba que los extensos olivares se presentan limpios de matojos, de hierbas, de cardos,… no hay otra cosa vegetal que acompañe al olivo; la tierra se muestra en exclusiva para acogerlo con exclusión exquisita de cualquier otra muestra. Aparentemente parece que anuncia un cuidado esmerado pero él sabe bien –y yo también, y usted debe saberlo- que no es el azadón o la grada del tractor el causante de tan aparente buen labrantío. El artista es el glifosato, que según algunos estudiosos independientes de las multinacionales, ha sido erróneamente calificado como “toxicológicamente benigno”. (“Toxicológicamente benigno” es otro ejemplo de oxímoron, como aquella luz oscura del medievo). La revisión de la toxicología del glifosato conducida por un equipo norteamericano de científicos independientes, Northwest Coalition for Alternatives to Pesticides (NCAP), identificó efectos adversos en todas las categorías estándar de estudios toxicológicos (subcrónicos, crónicos, carcinogenéticos, mutagénicos y reproductivos).
Allí están, entre los alineados olivos andaluces, los campos sin flores, sin los aceituneros de Don Antonio, sin pastos secos ni grama que persiste,… son de verde glifosato. Mal color para la lírica.
Goyo
26-sep-07