Como si llevase un siglo de retraso -o conservada durante un siglo, que es lo mismo- leo que Mª Dolores de Cospedal, como mujer genovesa, ha afirmado que «la conciliación es la gran mentira del siglo XXI«.
Estoy totalmente de acuerdo. Acuerdo que no solo lo presiento para este siglo que tan malamente hemos comenzado a pisar, también creo en la gran verdad de la gran mentira: que la conciliación modélica fuera la española de finales del siglo XX, esta que se nombra ahora como «el espíritu de la transición»,… quizá porque también anduvimos falsos los españoles del IXX. O sea, que de la misma manera que los franceses llevan el marchamo de lo revolucionario, nosotros llevamos la etiqueta del cisma. Tan profundamente llevado, que ni tan siquiera lo conciliado en el Vaticano por aquel Santo Padre, se asume hoy por las personas que se declaran «universales», es decir «católicas».
En lugar de palabras, la foto más elocuente y repleta de gritos sigue asiendo aquella en la que estamos atascados de barro hasta la rodilla; pero bien armados de garrotes ya que los argumentos están bajo los pies.
Pensando entonces en lo ocurrido -y lo ocurrente- de estos dos últimos siglos y aplicando las falsarias reglas de la generalización, uno puede llegar a pensar que si allí en la casa donde golpeó crudamente la trinidad social «Liberté, Égalité, Fraternité«, si allí -digo- crece como cizaña la ultraderecha, sospecho bien que por aquí venderemos cizaña a granel.
Los mercaderes serán bendecidos incluso por los patriarcas del cisma. (¿Habéis presenciado alguna vez la inauguración de una entidad bancaria?)
Goyo
08-abr-11