Sáhara interminable

solyagua

El próximo trece de julio, que no es martes, parte del afamado club de Roma y una potente aseguradora alemana están en disposición de anunciar una de las decisiones más emblemáticas para sugerir que el futuro no está tan lejos y tiene pinta de verde. Se trata del proyecto energético más agigantado en pro de las energías que denominamos «limpias».

Alemania, tierra rica en cielos nublados, ya tenía hace doce años el triple de producción eléctrica procedente de la captación fotovoltaica que nuestra luminosa España; y a mí me daba enfermedad de incomprensión. Con el paso de la insistencia razonada, nuestra sociedad admite poco a poco una nueva cultura energética que huya del abuso y se acerque al sol que más caliente o al aire que mejor sople. Pues Alemania -digo- está dispuesta a los inhóspitos suelos del desierto del Sáhara como local energético europeo. Sus cálculos y presupuestos no asustan, sino que ya han producido las primeras dudas derivadas; pues desde el valle del Rif hasta el valle del Nilo se pretende conformar una red de actuaciones energéticas conjuntamente con plantas desalinizadoras y parques eólicos; todo ello después articulado para que se conduzca la producción hacia la Europa Nordsahariana.

Las voces silentes ya comienzan a intranquilizarse y a volver a recordar historias coloniales que comenzaron con esclavos, siguen con esclavos y apuntan a perdurar la esclavitud energética, humana, cultural,…

¿Por qué no se piensa de antemano en extender la energía hacia el sur de forma que se nos note que hemos estudiado?

De todas formas, creo que los alemanes se merecen hoy una banderita.
Bande

Goyo
08-jul-09

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