«Avuelapluma» es un semanario gratuito que aparece los lunes en las ciudades de Cáceres y Badajoz; hoy se cumple el centenar y parece oportuno animar a que siga, eso es lo que incito con esta columna que también intenta animar y sostener el proyecto.
A veces cambian las cosas sin absoluta necesidad de animarlas con banderas renovadoras. Lo que hace apenas dos años era “Número 1”, de un periódico naciente, pronto aguantará dos ceros a la derecha. Se ha deformado. Cien veces diciendo cien mensajes distintos revuela el espíritu de cualquier ciudadanía, por muy retozona que quieran presentarla. Por ejemplo, Cáceres se inclina con pesada pluma hacia el 2016.
Para este viaje -de agradable cuesta abajo- quizá valga más una deforma que una reforma, nos parece necesario paralizar el físico de las piedras y las líneas de una parte de la ciudad y parece también necesario alterar para otros cauces las corrientes sociales, las apuestas comunes.
Yo ya lo avisé, lo tengo escrito y registrado -voy siendo registrador de avisos- es verdad que no se me ha respondido. No me importa; o será que no importa. La pesada contundencia de lo que se avecina quitará la razón a los silenciosos. Yo seguiré aprovechando cada ocasión para validar la nada oscura pretensión de dotar al 2016 de color verde, de compromisos de un uso austero de las energías, de los alimentos, del ocio, de la convivencia biodiversa,…
La cultura que gusta a Europa, a esos señores y señoras de Bruxelles, ya la vi retratada hace muchos años en el libro de texto de un curso de postgrado que en los ochenta realicé en la Universidad de Lieja, opté por los créditos que ofrecía entonces una curiosísima asignatura de Sociología: “Le loisir en quatre dimensions” de Michael de Coster y François Pichault. Un libro asentado que nos descubrió que el fenómeno del turismo se transformaría en una especie de sector cuaternario de la economía social a la hora de constituir fuente de empleo, de proyectos y de riqueza no agresiva. Siguiéndoles, conviene no olvidar que estos fenómenos se validan si se matizan las diferencias entre las creencias y los ritos. Muchos ritos públicos y administrativos funcionan y se expanden a la luz de lo esperado en el 2016, con la debida machaca, con la sociodiversidad acompañada y con la orquestación calmosa. Pero eso solo no vale para aquellos cultos del norte: se huelen si el público “huele” a ceremonia,… o sea, a “culto”.
Parece que así apuntan las buenas intenciones, las que ahora complacen y satisfacen a los ideólogos del merchandising social europeo, esas que nos debemos comprometer a incluir en nuestros repertorios de etiqueta y cortejo: una deforma de vicios puede alcanzar más que una reforma virtuosa.
Por encima de las bastardas e innecesarias disquisiciones de quién fuera o hubiese sido alcalde, alcaldable, alcaldesa o edil de novena fila,… seguiremos deformando.
Goyo
28-abr-08