Cáceres tiene un plan

planma.jpg

Antes de todo, eso del Corte Inglés en Cáceres tiene poco que ver con lo de “gentleman”; de manera parecida, un Plan General de Urbanismo no muestra el repertorio de las normas de urbanidad, sino que diseña cómo y hacia dónde van a crecer las ciudades con sus casitas, sus parques y sus centros comerciales y de ocio. Curiosamente, en nuestro país ocurre que todos los planes urbanísticos contemplan crecimiento, lo que nos empuja cada vez más para que caigamos en la creencia de pensar que eso del crecimiento sostenible es también falacia bien fabricada. Otra duda que se presenta es que siendo éste el asunto crucial de las Concejalías de Urbanismo y Medio Ambiente, lleguemos en contadísimas ocasiones a conocer el correspondiente Plan General de Medio Ambiente.Â

El plan cacereño, el de urbanismo, apunta que se harán en unos diez años viviendas en tal número, que conllevará que los 92.000 habitantes actuales se transformarán en 192.000; si eso pasa en Cáceres, bien pudiera ocurrir que dentro de diez años los españoles lleguemos a la planificada cifra de cien millones. O más.Â

El equipo redactor del PGU habrá hecho sus cálculos pero no se nos ha dado a conocer de dónde procederá el gentío de los cien mil. Básicamente, cabría esperar el aumento como fruto de una nueva y potente tasa de natalidad, de la cosecha abundante de avenidas de inmigrantes o del desembarco de los vecinos de los pueblos cacereños. Sobre la natalidad ya sabemos que la gente está más inclinada a joder que a procrear y confiar el crecimiento al papel de la inmigración parece que no es lo fuerte de la ideología redactora; queda por tanto pensar que -en su lógica- Cáceres crezca a expensas del flujo de los pueblecitos; tal como lo ha estado haciendo hasta ahora, pero mucho más deprisa.Â

Tal vez la gente que redactó el plan defiende que como es más fácil y económico dotar y repartir servicios públicos en los grandes núcleos de población, la carestía y complejidad de la prestación de los mismos servicios públicos en lo rural, llevará tales dificultades, que empujará a su población al abandono de los pueblos con mucha más inquina cuanto más pequeñita sea la localidad y más distante se encuentre de los grandes núcleos de población.

Este hábito de pensar y hacer -que a mi me gusta llamar “capitalino”- ha dado sus tristes frutos en la Vieja Castilla: llegándose a la cruel paradoja en la que los llamados “populares” diseñan la desaparición de los pueblos. Pensando así, se me presenta la duda de si los responsables municipales de los pueblecitos no tendrán derecho a alegar al ayuntamiento capitalino el velado o desvelado “secuestro de la población rural”.

¿ Serán capaces ?

Goyo

03-mar-08

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.