Después de muchos años de estudio y de transitar agreste por libros raros y escasos, sigo sin llegar a saber quién fuese la persona que tan afamada duda propuso: se trata de localizar el lugar del fondo marino allí donde están las llaves que todo abren. Al parecer, el origen revolucionario de la pregunta, es una canción infantil francesa que se sustenta en el juego interminable de dos corros concéntricos que giraban de manera opuesta y que, al ir aceptando regalos cualquiera de los miembros del corro de fuera, de uno de los miembros del corro del interior, se equilibraban las fuerzas. Cuando una de las niñas del corro grande decía:”Nous en voulons bien” (esto sí que lo queremos) pasaba a engrosar el grupo del corro pequeño. Y así hasta que se invertía el número de los componentes de cada corro, provocando de nuevo el inicio del juego.
O sea, que era como que si uno cualquiera del raquítico conjunto de los pobrecitos ofreciese un regalo a uno cualquiera de los del numeroso grupo de los ricos y, en aceptando el rico el agasajo, pasaba a formar parte del grupo de los indigentes. Y así hasta que el número de pobres fuese tan grande como para que todo el mundo tuviese como necesidad de reiniciar el juego… (que ahora se dice resetear la democracia.)
Atendiendo a la concienzuda esencia del juego -la infancia siempre guarda mágicas soluciones a las preguntas de los adultos- es que ya estamos en la situación límite como para que sean los ricos minoritarios los que comiencen a agasajar a los pobrecitos; que sean ellos -los adinerados- los que vayan ampliando el corro, que comiencen a ofrecer a tanto menesteroso desazonado que rodea al reducido y exquisito grupo de los que saben dónde están las llaves, y las tienen.
Nunca se nos contó que alguna vez hubiera un grupo inmenso de desprendidos y generosos como para los que del interior sintiesen protección y seguridad frente a la intemperie. Hubo un tiempo, después de más de doscientos años de Revolución Francesa, en el que la cosa se acercó a un equilibrio que denominaron “Estado del Bienestar”, algo que provocó tanto malestar en los poderosos, que consideraron necesario reajustar las reglas del juego sin necesidad de los clásicos intercambios.
Ya sabemos dónde están las llaves, ¿cuál es la duda?
Goyo
04-mar-13