Cuatro micos y un maqui

maestro
Ahora estoy en mi despacho,… que está en el campo, por lo tanto, inmensamente abierto. Será por contagio laboral sin duda por lo que me vuelven las primeras preocupaciones: la Educación y su Política Ideológica.

Las cosas que he aprendido a lo largo de treinta y cinco Escuelas de Verano de Extremadura, elevan la amplitud de mi almacén de fichas; no sólo lo componen las anécdotas sueltas, ordenadas y protegidas por la memoria, la riqueza del conocimiento proviene y se acrecienta por la facilidad con la que se mezclan y se relacionan. Si a ello le añadimos el componente temporal, me puedo observar en cuán osados fuimos, cuánta razón acumulamos y qué poca valentía le seguimos prestando.

Sucede ahora en Extremadura que diversas fuerzas políticas y sociales parecen convocarse en corro para llegar a un Pacto por la Educación, y a nuestros aposentos de debate y duda, responden a la invitación un representante del PSOE, un representante del PP, un representante del Sindicato de las Comisiones Obreras y un representante de Padres y Madres de alumnos.

Me interesa hoy solamente cubrir el análisis del sector que el representante popular dejó a mi particularísima forma de observar, contrastarlo con mi experiencia anterior y concluir después de una cuidada atención al ponente.

Por cómo empezó, las cosas que al medio dijo y la confección de la despedida, conviene incluso esperar al sosiego para tratar de no lastrarse con la apetencia de los juicios previos, que no siempre son prejuicios, sino sedimentación recalcitrante. Por eso he dejado pasar mucho más de una semana.

Comenzó con la rotunda aseveración “Yo recuerdo cómo empezamos…” (empezamos perseguidos, burlados, apuntados en listas, amenazados, vigilados y apartados como apestosos por los poderes tradicionales de la jerarquía eclesiásica y de la mayoría de los políticos transicionalistas). O sea, el se incluía. Pero el caso es que yo a este buen señor no lo recuerdo adscrito a ningún grupo salvaje, rebelde, inquieto, comprometido, constructivo, destructivo o atento. A mi lado nunca lo vi, en los alrededores tampoco estuvo, ignoro si alguna vez me escuchó, no recuerdo haber cruzado pensamiento, palabra u obra con él y mirad que, a partir de hoy, soy el único, el único que nunca ha faltado -por suerte, por salud y por ánimo- a ninguna de las treinta y cinco ediciones, luego no cabe decir que quizá la cosa se produjo aquella jornada que estuve ausente. Qué manía preocupatoria les acosa en estos tiempos a los populeros, empecinados en aparentar aires de progresismo,… con lo bien que le sientan las brisas de la derechona!

La primera sorpresa nace cuando pienso que si tanta heroicidad encuentra el personaje político en nuestro colectivo o en nuestras ideas, pues algunas pautas que se señalaron como significantes de esta historia, podrían ser asumidas en algunas prácticas por el Partido Popular. Me cuesta ver escrito algo próximo y no he tenido suerte de haber escuchado referencia positiva de este partido acerca de lo que decimos o hacemos, de lo que dijimos o de los que queremos; salvo este glorioso día primero después de la derrota alemana, donde me pareció escuchar más piropos que los que merece el cabezazo de Puyol.

De las descalabradas maneras argumentales expuestas, guardo como quiste sebáceo la que utiliza don César Díez para criticar el mal funcionamiento del sistema educativo extremeño; nos dice, denunciante y compungido, que a pesar de los mil millones de euros que nos gastamos en Educación Pública, el 33% del alumnado fracasa, y que por lo tanto nuestra educación no funciona. Yo creo que tan fácil falacia guarda la misma verdad envenenada que si pensamos en los muchos más dineros que nos gastamos en Sanidad Pública y constatamos que hay no sé cuántos enfermos al año y, lo peor de todo, es que algunos de ellos acaban muertos.

No habrá un nuevo modelo productivo si no competimos en un mundo globalizado”, lanza el hombre como si ya supiésemos de qué trata tan esperado fenómeno, como si todo el mundo tuviera clara tan irrespirable frase; y a la vez y de inmediato, se declara defensor de que el sistema educativo extremeño ha de ser “equitativo e igualitario”. Este fue uno de los momentos donde se apreció el mejor atrevimiento, que fue tanto que no se paró, ni hizo amagos, a mostrarnos el cómo se garantiza la competitividad siendo a la vez equitativo e igualitario. (Como ejemplo cortito, parece que no es difícil admitir que el actual pueblo chino es paradigma de cosa competitiva a la vez que no solemos utilizarlo como modelo de pueblo equitativo e igualitario). Esta boba cantinela -creo recordar- ya no es exclusiva de los nuevos abanderados liberalistas, que también son abundantes los gurús de la política del futuro que alardean con la mano izquierda la solidaridad y con la derecha la correctora Ley del Mercado.

Otra de las prendas del discurso la retomo porque, precisamente el día anterior, nos visitó la persona responsable del Servicio Extremeño de Evaluación Educativa, servicio puesto en marcha a principios del pasado mes de abril de este año. Pues nada, sin miedo a que viniese el aberroncho, se dedica a malponerlo argumentando de que dicho servicio no ha hecho nada desde el 2008.

De vez en cuando, volvía mostrando desprendimiento con algunos elogios hacia nosotros, quizá por acudir al beneficio del feed-back, quizá por seguir los consejos del señor Arriola, sugeridos para la colección pepera del verano-otoño: moderación, ganas de pactar, diálogomuchodiálogo, suavidad de formas y retomar principios ajenos como propios para descabalgar de carga ideológica al enemigo.

Si al personaje invitado le parece algo de modélico este pequeño grupo, nuestro Presidente de Apevex, tiene a disposición 34 carpetas, elija cualquiera de ellas. Yo me sentiría conforme de que su formación política contemplase el 10% de los principios ideológicos que se allí están expuestos. O espere a que concluyamos la de este año por si también encontrase algo capital.

No acaba de entender que lo mismo hay gente que piensa que el concepto de “Escuela Pública” no se substancia por el hecho cierto de que exista actividad de enseñanza que se soporte con caudales públicos. O sea, que para nosotros, el hecho de que una escuela se concierte y se mantenga con fondos públicos no asegura que pueda ser definida como “Escuela Pública”. Cosa pareja y con similar refugio conclusivo aparece cuando se trata de defender que “lo que nosotros defendemos es que se garantice la libertad de los padres a la hora de elegir centro”. Paso de aclaraciones.

La Escuela de Verano de Extremadura, no es, no son sólo las alegres y multitudianarias convivencias de la Universidad Laboral, ni tampoco es el funcionamiento de la Asociación Pedagógica que la anima y mantiene, es un espíritu formado por muchas intenciones libres, quizá anárquicas, tal vez con desinteresada nombradía, que no se ha dado a los intentos de secuestro ideológico oportunista. Habrá visto el señor que nosotros somos “cuatro micos” que quizá no merezcan atenciones de tan altas personalidades.

Eso sí, algunos seguimos atentos a que no se nos expolie la historia con torcida memoria, a que no nos vayan a adjudicar la autoría de las cartillas de racionamiento o que aparezcan ahora los perseguidores otorgándose la resistencia de los maquis (por poner ejemplos dislatados); en tales casos, seguiremos sin callar. Y digo esto, porque, a la despedida, no se le esmirrió el ánimo que arrastra el término “compañeros”.

Claro está, eso es lo que yo creo; que lo mismo estoy transido por espíritus trasnochados y necesito un crucerito para despejarme.

Goyo
16-jul-10

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