Mucha gente

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Hoy, mucha gente no sabe casi nada del futuro que se está preparando; quizá porque apenas se da cuenta de lo que nos presenta el presente; por ejemplo, lo que dicen que es la locomotora europea -mis envidiados alemanes- guiados por la derechona Angela Merckel no se satisface con la dirigente conservadora e insolidaria. Tampoco los alegres italianos se contentan con el atrabiliario caballero. Tampoco la España cañí se muestra condescendiente -quizá nos quede el delicado caso de Belén Esteban como ejemplo preclaro-. Los ingleses abrazan ahorita la misma ilusión que los alemanes han arrojado al cuarto de los ratones. Los griegos reducen de 1700 a 300 el número de los ayuntamientos, como si así los bancos pudieran tomar más inquina. Los franceses se descontentan, algunos holandeses se despistan hacia los recuerdos más agrios; y los belgas, siguen ocupados con sus falacias de tierra y lengua.

Una Europa deshilachada en conceptos ahora vergonzosamente discutidos; lo que antes servía para recomponer la Justicia Distributiva -los impuestos- ahora resulta que son dañinos y lo que antes atemorizaba tan solo a los débiles -los bancos- ahora resultan que imperan sin necesidad de pasar por proceso electoral.

Ni en las escuelas primarias ni en las universidades se adquieren estrategias mentales e interpretativas para rechazar el principio social de los impuestos; sin embargo no parece vergonzoso ya escuchar a pomposos personajes que vociferan la necesidad de que los impuestos no suban, son los mismos personajes que siguen defendiendo la ingente atención social al modo de las socialdemocracias nórdicas, pero con arreglos impositivos de corte mediterráneo; es decir, con cara dura y fría como el mármol..

Creo que debemos darle mucha importancia al sistema informativo y publicitario utilizado para afinar la tozudez; así, las traiciones de cada esquina se pueden mostrar como pequeñas rebeldías.

Hay otra solución: vender riqueza común, de todos, del Estado,… para traducirla en dinero con el que se pagarían los servicios sociales a los que estamos habituados; esta es la propuesta eterna del pensamiento conservador, que sigue creyendo que así, el mismo mercado, remozará la riqueza. Por no decir que así serán los directivos bancarios y financieros quienes de verdad sanen las heridas, enseñen Gramáticas y organicen a su placer nuestro revoltijo de ideas.

¿Qué va a suceder en el futuro?,… lo que buenamente admitamos como respuesta social organizada. Y eso, lo hemos sabido hacer durante muchos años, unas veces mal y otras excelentemente bien, desde que tuvimos el atrevimiento de organizarnos en la paz, en el respeto y en la participación democrática.

Esta no es nuestra crisis aunque estemos obligados a repararla. No es la crisis de nuestros políticos, aunque estemos obligados a criticarlos; es el diseño sin alma concebido desde la maldad de las finanzas, desde los bajos fondos, y con las prensas especializadas en envenenar el sentido de la cordura y de las palabras.

Goyo
25-may-10

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