Karmele y el paro.

Lo de Karmele es muy serio: desentraña le «hiproquesía» ibérica media con el mismo rigor que solemos desentrañarnos en los comentarios (puede usted buscar otros, la prensa está repleta) sobre los problemas más crudos que nos atacan.

Creo que ni los años de bonanza se debieron a una dirección económica diseñada por los gobiernos de estos que se dicen estados modernos, ni los años de las crisis obedecen a una falta de dedicación de sus dirigentes políticos. Pero claro, esto es lo que yo creo porque vivo casi feliz.

Ahí tenemos a los líderes orquestados de las alegres hipotecas: ahora proclaman que ya no pueden soportar aquello que edificaron «sobre» (de ahí «hipo»: debajo) aquellas casas del ladrillo abundante. Ahí están flácidos o plácidos sin que nadie se atreva a llamarlos por su nombre: «banqueros«, que sois unos banqueros.

Y ya no podemos decir lo que antes se decía aunque estemos confesados; ya no nos coge ni dios, que sólo atiende a los ricos de espíritu, que de eso sabe bien el episcopado Munilla.

Goyo
25-ene-10

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