Twitt

workers

El twitt es la esencia. A mí me jode que el twitt sea la esencia porque yo utilizaba el brevíssimo como elemento desafiante de las esencias comunicativas; pero hacemos mucho caso a los yanquis y poco a los ibéricos.

Una mirada es una esencia que transporta mensajes. Incluso los macacos torpes trasladan mensajes con miradas.

Un gesto antropoide es la primera cartilla de lectura social,… digo un gesto corporal; pero un gesto de la cara humana es ya un compendio de elementos comunicativos que quizá no sepamos describir por separado; pero que nos dan una idea precisa, conjunta, redondeada, redonda.

Una frase corta es como un twitt, (o un twit, que no sé preciso inglés). Según tengo guardado, el Presidente de la Junta de Extremadura, o el Partido Popular de Extremadura, o ambos, ha afirmado en la red Twitter que «Debemos generar las condiciones para crear empleos estables y de calidad e invertir el dinero ahí» Esta frase es esencia e importancia porque ahora sigue siendo cierto que la problemática del empleo es la más atractiva, preocupante y deseosa de respuestas certeras.

La afirmación es muy bondadosa: «Debemos generar las condiciones para crear empleos estables«. Yo me incluyo en el «debemos», o sea, que creo que es tarea conjunta, global, social,… no solo de los administradores, …no solo de los políticos. Vale. Aunque no sean los empleos tan estables como los de los funcionarios.

«Hay que generar las condiciones». Y eso no sé como se generan. Juro que que si supiera generar, yo sería un generador de puta madre. Un generador de condiciones que hicieran surgir empleos estables. Pero no se me ocurre condicionar y hacer surgir manantiales de empleos, nichos de ocupación, rincones laborales,… o cualquiera otra pareja de palabras felices que siguen provocando la irritación de la persona que solo espera la simpleza de la palabras «empleo», «trabajo», «ocupación»,… «contrato humano mercantil que permuta dinero digno por dedicación física y/o intelectual digna».

Decidme -sabios del pueblo- cómo yo, un desorientado generador de condiciones puedo articular ayuda y empuje para que la gente angustiada convierta en placer el honorable cambio de esfuerzo por salario. Decidme qué debo aportar, dónde ir, a quién convencer, cómo ayudar,…

«Empleos estables y de calidad». Muy bien. Nada de muñequitas chochonas. Nada de chanchullos deshonestos. No queremos tampoco nuevos santos inocentes. Nada de mendrugos. Calidad estable, algo así como empleo con acero inoxidable. Y mucha más palabrería que ahora se me presenta en la oferta pero que se me antoja indigna, verdulera, cabreante,… no sigo. No sigo por no seguir hiriendo con palabras.

«E invertir dinero ahí». Ya está. Estoy de acuerdo, Ahí es donde hay que invertir, poner el dinero para que se amplíe en riqueza. Señaladme el sitio, Señaladnos la oportunidad,… hay montones de gentes dispuestas a jugar a la buena a aventura, incluso los desaventurados.

¿Por qué herimos tan cruelmente con palabras fofas?

Goyo
27-oct-11

Improvisando

Brothermartx

El fenómeno financiero construido sobre el etéreo valor de las cosas, condujo a sus creadores a una maquinaria de amasar fortunas. El método -para nada improvisado- creó también derivaciones empobrecedoras al descubrirse que las cosas realmente valían poco. Este fenómeno se llama sencillamente «engaño«; pero quizá por vergüenza, hemos convenido llamarlo crisis.

El engaño pertrechado durante la primera década del siglo 21 procede en realidad de todo un bagaje de rutinas financieras anteriores, puestas en juicio por un tal Carlos que tenía mucha barba. La gente simple se sigue preguntando por qué las sandías cuestan diez veces más en el mercado que en el campo, o por qué los campesinos extremeños venden este año la uva sin saber qué precio va a pagarse por ella. Estos dos últimos ejemplos serán las penúltimas ramificaciones derivadas de la «improvisación sub-prime»; el caso es que la contagiosa globalidad ha contaminado de crisis a todo lo viviente, incluido el lenguaje. Lo financiero permutó en mercantil, en social, en político, en cultural, en vacacional, … y así seguirá porque la improvisación ya no sólo es «hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación» como nos recuerda el DRAE.

También tenemos otras fuentes de contrastación; en esta máquina, con la que escribo, pulsando el botón derecho sobre el término «improvisar», me aparecen como sinónimos: crear, innovar, reparar, componer, organizar, arreglar, reformar e inventar. Términos que serán sin duda elegidos por los que prefieren el uso metodológico para el tratamiento de los problemas. Y este nos ocasiona otra nueva crisis, la lingüística.

Lo creativo, lo novedoso es siempre fruto de la improvisación, porque lo metodológico determina el camino para llegar a algo previamente definido, predicho, previsto; siguiendo un método no se crea, sino que se produce. Bernard Laurent Madoff improvisó un diseño que posteriormente, tras los debidos experimentos de «ensayo/acierto», transformó en método de enriquecimiento exitoso y no solo para él, que aún dando con sus huesos en la cárcel no ha impedido que miles de banqueros se hayan «convertido» -«convertir» ya tiene más acepciones que las que usted pueda localizar-.

Es verdad que no siempre que se improvisa se crea, pero es imposible crear sin ejecutar juegos improvisados.

Claro que “jugar” con las cosas de la crisis es un ejercicio «funesto» -diría por ejemplo un señor serio-.
Con la crisis no se juega, ni se improvisa, ni se la maneja como pelotita de circunloquios; los efectos de la crisis hay que frenarlos y destruirlos con medidas concretas, que pueden ser:
Medidas de longitud: siete centímetros y dos kilómetros.
Medidas de capacidad: las de ese estadio balear.
Medidas de peso: dos kilitos y medio.
Medidas de entrepierna: depende del tipo de traje.

Y así de inmensa se turba y a todo infecta.

Hasta que nos decidamos improvisar; porque seguir con los mismos ritos, impide ver las cosas desde otras crudezas.

Además, confundirnos no va a provocar ninguna calamidad mayor.

Goyo
20-sep-09