Una primera reflexión

En los partidos políticos que se autodenominan progresistas, se tiende a recoger la ideología feminista, la actitud tendente a la liberación de la mujer; pero se tiene miedo a acoger la atención ecologista, la liberación de la Naturaleza de las malas manos y voluntades del hombre.

La generalidad de los partidos progresistas no son enemigos del feminismo; pero no puedo pensar lo mismo sobre su amistas con el ecologismo.

Martes, 15/02/2022

Romper con la semana para edificar el trabajo

 

 

Quizá baste con modificarla, ajustarla, en atención a lo que hemos evolucionado a lo largo de muchos siglos.

El cómputo del tiempo no siempre atiende al ciclo que sugiere o impone el acontecer astronómico; un giro de rotación de nuestro planeta nos sirve para medir un día. Una vuelta de la Tierra alrededor de la estrella es un año. El tiempo que emplea el satélite Luna en mostrar de nuevo toda su superficie iluminada lo utilizaron muchas civilizaciones. Y de estas tres medidas, parece que sólo las dos primeras se han instalado en nuestra sabiduría y en nuestra cultura de forma inquebrantable. Es la Naturaleza quien las impone, aunque las diferentes sociedades hayan acordado otras formas de medir el tiempo: los segundos, las horas, los siglos,…la semana.

El origen de la medida del tiempo en semanas es de carácter religioso aunque cada una de sus siete partes tenga reminiscencia natural. Llamamos semana al ciclo compuesto por siete jornadas seguidas; es decir al período de 7 días naturales con carácter de consecutivos, empezando por el lunes y concluyendo en el domingo. En atención a uno de los principios teocráticos judeocristianos, hasta ahora, se tiende a aplicar la teoría de la creación al proceso laboral: se trabajan seis días y se descansa al séptimo.

En 1988 se firmó la norma ISO 8601, que es la convención internacional que indica el orden de los días de la semana. Esta norma establece que la semana comienza el lunes y finaliza el domingo, siendo la norma que se sigue en la inmensa mayoría de los países del mundo.

El carácter evolutivo de la distribución del tiempo semanal entre trabajo y ocio, nos está empujando a considerar otras formas de descansar, otras formas de trabajar. Máxime si constatamos que la invasión de mejoras del maquinismo y la inmediatez de la robótica provocan una reducción del tiempo de ocupación laboral y un aumento desmesurado del tiempo que puede dedicarse al ocio.

Creo que la respuesta más inteligente y adecuada -además de ajustarse a las tendencias de reducción del tiempo de trabajo- requiere transmutar el tiempo de ocio en tiempo de trabajo para así dar más ofertas laborales a fin de reducir el problema del paro.

En épocas pasadas, la duración del trabajo diario se hacía coincidir con la duración de la luz solar; poco a poco, la historia conoció otras normas menos ingratas. En Inglaterra, por ejemplo, la primera regulación legal en materia de trabajo, data de 1833; aquella Factory Act, limitaba a 12 horas la jornada de trabajo para los niños menores de 18 años. Ya puede imaginar la jornada de las personas adultas. También debe imaginar la cantidad de ocio, de tiempo libre, previsto para la persona trabajadora sin olvidar el plano reivindicativo del mundo obrero.

Ello supuso hace más de medio siglo la aventura de dictar por ley una jornada máxima de ocho horas diarias y un correspondiente descanso semanal que se ha ido agrandando y parece no tener fin. Para ambas situaciones apunté meses atrás algunas reflexiones que quizá convenga revisar: tal vez sea viable una jornada laboral de seis horas con la proporcional reducción de salario y quizá no sea de locos comenzar a pensar en otra concepción de la semana diferente a como la dibuja el Génesis o la impuso la cultura judía.

La cantidad de trabajo que una sociedad requiere de sus miembros tiene mucho que ver con las herramientas que se facilitan a las personas trabajadoras. Bien pronto me parece que nos hemos olvidado del avance de nuevo maquinismo, y que incluso el ocio -no ya el trabajo- viene dispuesto en máquinas. El resultado es que no sólo se dulcifica la pena del trabajo sino el tiempo necesario; y esto último, aunque requiere una menor cantidad de trabajadores implica mayor riesgo de desempleos.

Hace ya diez años que propuse a los ruedos de las redes sociales la idea en la que vuelvo a insistir porque ya no soy el único que se dedica a pensar en nuevas alternativas. Algunos colectivos, grupos y políticos, atentos a afrontar este desafío, comienzan a reivindicar una semana con tan solo cuatro días de trabajo. Así, sin más detalles, me parece erróneo y calamitoso.

La sociedad alemana acaba de contemplar la posibilidad de reducir la semana laboral a cuatro días y yo creo así, en seco, que esta alternativa queda coja e incompleta porque no aclara cómo deben organizarse el resto de los tres días de la semana.

Lo de trabajar menos de ocho horas diarias, además de ser apetecible, implica la necesidad de reorganizar el resto de las horas del día. De la misma manera, reducir el trabajo a cuatro días de la semana, exige reorganizar los tres restantes de forma que la sociedad en su conjunto no sufra deficiencias de atención; pues estamos habituados a que los servicios de lo que denominamos “Estado del Bienestar” permanezcan en funcionamiento a cualquier hora del día y en cualquier día del año. No queda entonces otra salida que repartirnos entre servicios y días.

Hemos dicho que por ancestrales condiciones teocráticas se impuso que el ámbito temporal debía ordenarse en periodos del número siete; que aunque siga siendo mágico, ocasiona tendencias egoístas: todo el mundo se apunta a descansar sábado y domingo; incluso ya hay quien defiende que también el viernes. Y resulta que los niños, las atletas y las neurólogas también se pueden poner malitos el sábado, tener un accidente deportivo el domingo o requerir los servicios de la policía el viernes. Conclusión: aunque se estableciese una jornada semanal de cuatro días, seguiríamos exigiendo que los servicios públicos funcionasen durante el triduo de cada fin de semana. Igual para los privados.

Quizá sea más apropiado a nuestros tiempos acordar que podríamos trabajar, y alternar periodos de trabajo y ocio de tal forma que quien opte -o se le imponga- trabajar seis u ocho horas en el periodo lunesmartesmiércolejueves, descansará el periodo viernessábadodomingo. Y viceversa. Con posibilidad de intercambio, alternancia, convenios y ajustes.

Creo que además de la mejora de las condiciones del mundo del trabajo, las más afortunadas serían las condiciones de intercambio cultural, comercial y social entre pueblos y ciudades, entre orígenes y destinos, con el consiguiente y agradable relax de no saber qué fin de semana es el más apetecible; si el que comienza en lunes y acaba el jueves o el comienza el viernes y acaba en domingo.

Parece que las cosas puedan ir cambiando.

Y acerca de la jubilación, la concepción del Estado del Bienestar apunta a una personalización de las condiciones laborales de manera que cabe esperar diferentes formas de abandonar, reducir o cambiar de trabajo sin que una determinada edad sea la clave definitoria. Y conviene buscar planteamientos de un periodo de tránsito hacia la jubilación definitiva con jornadas adaptadas al trabajador y/o a la empresa o administración.

Gregorio Tovar Barrantes

26-oct-20

 

Para leer más.

Spanishrevolution (II)

¿ Por una jornada laboral de seis horas ?

Trabajar a ritmo 3/4

Triduum versus Quatriduum (II)

Sevilla tuvo que ser

El trabajo del ocio

Las horas de los bárbaros del norte

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hace ya diez años que propuse a los ruedos de las redes sociales la idea en la que vuelvo a insistir porque ya no soy el único que se dedica a pensar en nuevas alternativas. Algunos colectivos, grupos y políticos, atentos a afrontar este desafío, comienzan a reivindicar una semana con tan solo cuatro días de trabajo. Así, sin más detalles, me parece erróneo y calamitoso.

 

La sociedad alemana acaba de contemplar la posibilidad de reducir la semana laboral a cuatro días y yo creo así, en seco, que esta alternativa queda coja e incompleta porque no aclara cómo deben organizarse el resto de los tres días de la semana.

Lo de trabajar menos de ocho horas diarias, además de ser apetecible, implica la necesidad de reorganizar el resto de las horas del día. De la misma manera, reducir el trabajo a cuatro días de la semana, exige reorganizar los tres restantes de forma que la sociedad en su conjunto no sufra deficiencias de atención; pues estamos habituados a que los servicios de lo que denominamos “Estado del Bienestar” permanezcan en funcionamiento a cualquier hora del día y en cualquier día del año. No queda entonces otra salida que repartirnos entre servicios y días.

 

Hemos dicho que por ancestrales condiciones teocráticas se impuso que el ámbito temporal debía ordenarse en periodos del número siete; que aunque siga siendo mágico, ocasiona tendencias egoístas: todo el mundo se apunta a descansar sábado y domingo; incluso ya hay quien defiende que también el viernes. Y resulta que los niños, las atletas y las neurólogas también se pueden poner malitos el sábado, tener un accidente deportivo el domingo o requerir los servicios de la policía el viernes. Conclusión: aunque se estableciese una jornada semanal de cuatro días, seguiríamos exigiendo que los servicios públicos funcionasen durante el triduo de cada fin de semana. Igual para los privados.

Quizá sea más apropiado a nuestros tiempos acordar que podríamos trabajar, y alternar periodos de trabajo y ocio de tal forma que quien opte -o se le imponga- trabajar seis u ocho horas en el periodo lunesmartesmiércolejueves, descansará el periodo viernessábadodomingo. Y viceversa. Con posibilidad de intercambio, alternancia, convenios y ajustes.

Creo que además de la mejora de las condiciones del mundo del trabajo, las más afortunadas serían las condiciones de intercambio cultural, comercial y social entre pueblos y ciudades, entre orígenes y destinos, con el consiguiente y agradable relax de no saber qué fin de semana es el más apetecible; si el que comienza en lunes y acaba el jueves o el comienza el viernes y acaba en domingo.

Parece que las cosas puedan ir cambiando.

Y acerca de la jubilación, la concepción del Estado del Bienestar apunta a una personalización de las condiciones laborales de manera que cabe esperar diferentes formas de abandonar, reducir o cambiar de trabajo sin que una determinada edad sea la clave definitoria. Y conviene buscar planteamientos de un periodo de tránsito hacia la jubilación definitiva con jornadas adaptadas al trabajador y/o a la empresa o administración.

 

 

Para leer más.

Spanishrevolution (II)

¿ Por una jornada laboral de seis horas ?

Trabajar a ritmo 3/4

Triduum versus Quatriduum (II)

Sevilla tuvo que ser

El trabajo del ocio

Las horas de los bárbaros del norte

 

 

 

 

 

 

 

Gregorio Tovar Barrantes

26-oct-20

Cordura

 

Cuando tenemos la suerte de creernos que nos gobierna una mente sana, que no sufre ni padece trastorno y que nos hace sentirnos repletos en la capacidad de pensar, obrar y reflexionar, tenemos casi todas las armas para sentirnos felices. Ejecutando todas estas potencialidades podemos llegar a edificar una sólida estructura crítica, con todas sus ventajas e inconvenientes. Pero como algunos sabios nos avisaron de que quien añade cordura añade infelicidad; así me encuentro en la enorme duda de si sería mejor dejarse llevar por la locura, la estupidez o la payasada. Cualquiera de las tres puede producir risa que también nos puede llevar a la felicidad.

Las experiencias sirven para certificar las dudas. Esta experiencia que ahora narro la cuajé en unas cortas vacaciones de verano en las costas gallegas del norte de Pontevedra y sur de La Coruña. Recorrimos a pie buena parte del litoral porque disfrutábamos de la bravura de las olas entre las rocas. Ya ven, para los sujetos del interior, el incesante mar con sus mareas y empujones constantes constituía el espectáculo de diversión cotidiana. No éramos capaces de decir que siempre veíamos lo mismo; el mar cuando se orilla vuelve a crear otra oportunidad de diálogo con la tierra.

El inquebrantable movimiento de las aguas convierte su aparente debilidad en erosión de las rocas más duras

No obstante, percibíamos detalles en los que siempre aparecía lo mismo: muchas edificaciones y actuaciones humanas del litoral (carreteras, paseos, almacenes, fábricas, casas,…) se habían ejecutado como desafiando groseramente ese diálogo de vaivén entre las aguas y las tierras. De ordinario, las tierras son quietas y las aguas tornadizas y además, el inquebrantable movimiento de las aguas convierte su aparente debilidad en erosión de las rocas más duras. Gana siempre el mar.

Yo era entonces algo conocedor de nuestra Ley de Aguas, de esas cosas de derecho al paso de policía, del ejido de los pozos públicos, de la máxima avenida conocida en los arroyos y de otros pintorescos detalles que parecen de otros siglos. Tú le nombras a un señor constructor alguna de estas expresiones y le viene la risa feliz.

Llevamos casi una semana conociendo muestras inequívocas de que se ha intentado burlar la cordura y el dominio del mar sobre el litoral; la borrasca bautizada como Gloria, nos sirve gratis y abundantes imágenes de cómo el mar recupera sus propiedades.

04-feb-20

Carta puebla

 

No debemos ausentarnos de las tendencias mediáticas y por ello conviene estar atento a las tendencias informativas. Ahora triunfa el desvelo por lo que llaman España vaciada y pocos son los que concluyen que el despoblamiento se corrige con poblamiento.

 

Cuando estas tierras aún no habían recibido el nombre de España -allá del Duero- los reyes cristianos, los señores eclesiásticos, y otros laicos de la península ibérica, se compusieron para reorganizar con población los territorios que antes habían sido habitados y organizados por el poder musulmán. La clave que hacía apetecible aquellos apetitosos traslados se basaba en otorgar tierras y una serie de beneficios a familias y grupos poblacionales porque así se garantizaba la repoblación de las diversas zonas que por razón económica o estratégica era preciso dotarlas de suficientes habitantes.

 

Hay “teorías” que explican cómo llenar las ciudades y son realmente efectivas: dotarlas de abundantes y grandes centros comerciales, de amplios locales de ocio, de servicios administrativos, de abundantes y ágiles medios de transporte,… Quizá los teóricos no cayeron en la inmediata consecuencia que este diseño arrastra: la eliminación progresiva de los pequeños núcleos urbanos.

 

Cada vez nacen menos niños, quizá sabiendo sus padres que apenas tendrán oportunidades para triunfar laboralmente en el futuro. Una primera apuesta exige disponer qué profesiones se van a necesitar, aunque erren las conjeturas. Para llenar los pueblos, o salen los habitantes sobrantes de las ciudades o se atiende de manera generosa y definitiva a ciudadanos de otros países.

 

No bastaría con recompensar a los pobladores que se atrevan a dejar la ciudad, el estado actual de penuria social de muchos pueblos exige además un tratamiento protector de las personas que no han podido o no han querido abandonar los pequeños núcleos rurales.

 

¿A qué se dedicarían las tierras que pudieran ser reconquistadas demográficamente? Ya no podemos esperar bondades tradicionales sino a una nueva adaptación de las poblaciones a la tecnología que para eso, cualquier terruco sirve un montón. Así pues, se necesitan estudios, dedicaciones y decisiones sociopolíticas que liberen a la población del desencanto y del muermo.

 

Mi duda es si a este desafío podemos denominarlo reconquista rural.

 

Goyo

16-ene-20

 

La cavaera

 

Desde la Presidencia de la Junta de entonces, 1992, se lanzó la oferta dispuesta a fabricar una imagen renaciente de Extremadura aprovechando que en Sevilla se celebraba la EXPO92 y nuestra autonomía disponía de un pabellón donde mostrar tesoros que ni siquiera nosotros acabábamos de valorar. El pabellón disponía de salas, paredes y rincones diseñados para exponer los mejores especímenes.

Así que se concebía la exposición de tal forma que la muestra debía cambiar con los días, no sólo por no aburrir sino por lo mucho que cabía enseñar. Entonces, a los ayuntamientos llegó la noticia y el deber de reunirnos para intentar congeniar los deseos expositivos de cada patria chica con las limitaciones que imponía el número de municipios de Extremadura: Era tanto lo que podía enseñar, que no era bueno una exposición sumatoria compuesta por todos y cada uno los 388 municipios; así que al diseño popular le correspondía pensar de forma comarcal para unificar criterios pueblerinos, animar conjunciones y rebajar celos.

Nosotros pertenecemos a la comarca que no baña el Tajo ni el Salor porque son ríos que se encajonan enseguida; comienzan nuestras tierras por donde pasa el Almonte y el Guadiloba pero no entran las tierras de Cáceres porque nunca se quiso mezclar la villa nobiliaria con el populacho. Y terminan nuestros lugares allí donde las piedras son albas y comienza Portugal. Fíjense qué navaja terrenal. Demasiados pueblos para decidir una o dos muestras gloriosas de la comarca para que el universo universal contemplase nuestro universo.

La cavaera es la herramienta que descompuso nuestro bosque mediterráneo empujándolo a la desertificación

Así que unos decían que aquel tesoro que se encontraron era lo meritorio, otro argumentaba que tal patena no tenía parangón, también se defendía la gloria y reliquia de algún santo patrono, también surgieron las vírgenes,… y así se enturbiaba la elección ante tanta y variada valía. De modo divergente propuse que el elemento que mejor representaba y representaría nuestra esencial historia y futuro es la cavaera.

¿Qué dices !…?

La cavaera es la herramienta que descompuso nuestro bosque mediterráneo empujándolo a la desertificación; tumbó encinas, arrancó retamas, descuajó alcornoques, despreció tomillo, aulaga, sabina, lentisco, boj, aladierno, zarzaparrilla, romero, coscoja, garriga, maquía, madroñas, …todo ello desde las manos rudas, callosas e inocentes de criados mal pagados, que de tanto doblar la espalda hicieron más ricos a los ricos para seguir manteniéndose pobres. Los campos cambiaron, las nubes huyeron y los manantiales se cegaron.

Tengo una cavaera, que se la regalo a Greta Thumberg para que la muestre en el COP25. La duda que tengo es que si debe entregársela el alcalde de Casar o el de Cáceres.

Goyo

11-dic-19

Eso de la intimidad

 

 

A finales del siglo pasado, irrumpe en las escuelas la problemática derivada del binomio castigo /disciplina, tarea centrada en la creencia que una colleja era buen método para recomponer el orden, la atención o los aprendizajes. La evolución de algunos principios pedagógicos supuso que de forma tan lenta como imparable, fueron desapareciendo los castigos físicos sin que con ello se aminorasen los fenómenos de indisciplina o se aumentasen los rendimientos intelectivos.

Quizá fruto de esta evolución, se instaló en el profesorado la sensación de pérdida de autoridad a la vez que se instalaba en los padres una novedosa posibilidad de influencia en los asuntos educativos. En esos tiempos, cualquier conflicto relacionado con la indisciplina escolar suele ser interpretado en favor de la versión de los alumnos, protegidos por los padres, quedando el profesorado desposeído de la presunción de inocencia y con la mochila de la prueba en contrario.

Por cosas de la buena fortuna, seguimos interesados en que el fenómeno educativo obtenga los beneficios más amplios y gozamos ahora de una tendencia que trata de evitar conflictos pasados. Evidentemente, nacen otros nuevos y es en el entorno escolar donde de preñan, crecen y florecen. Y de los cientos de resultados que se dan para observar, actualmente interesa mucho incidir en el campo del desprecio, de la intolerancia, del acoso,… con especial atención al acoso sexual.

La fiscalía gallega propuso instalar cámaras en aulas y despachos para prevenir desmanes varios, entendiendo que así se promovía la acción de la Justicia ante los derechos de los ciudadanos y del interés público. No han faltado sectores sociales y personas concretas que califican de “barbaridad” la oferta porque conculca el derecho a la intimidad de alumnos y profesores.

Si la educación de la escuela es considerada como servicio público, huelga considerarla como experiencia socializadora íntima, aunque existan experiencias educativas familiares o de grupo que sí tengan esa condición; por lo que no debería sorprendernos que se publiciten para las personas interesadas en caso de que la grabación pudiera solventar el problema.

Mi duda aparece porque no sé si es prudente la alternativa de permitir a los padres que contemplen “in vivo” cómo aprenden sus retoños y cómo se comportan.

 

Goyo

23-sep-19

 

 

De nuevo, la falacia.

Hoy no necesito imagen que ayude a estas siguientes palabras, porque estoy cansado de oir la expresión «desarrollo sostenible» sin la aportación de nuevos avances. Yo nunca me sentí prendado por tal idea y expongo de nuevo mi parecer ante esta viciada idea.

Para los adentros del esquilmado terreno de la Lógica, una falacia es una falsedad disfrazada a veces de estructura argumental correcta pero edificada sobre cimientos movedizos, construida sobre presupuestos lingüísticos equivocados o, simplemente, un embuste elegante. Una falacia, en fin y en principio, es un desafío inteligente destinado al buen uso de los torpes.

En lo que me preocupa, la expresión internacionalmente conocida como “desarrollo sostenible”, sustentable o perdurable, aparece por primera vez en el documento conocido como Informe Brundtland (1987), fruto de los trabajos de la Comisión de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas, creada en Asamblea de las Naciones Unidas en 1983.

En este último cuarto de siglo hemos edificado a su abrigo, lo que pudiera denominarse “generación adepta al principio del desarrollo sostenible”, como gente creyente en que el desarrollo puede llevar consigo la sostenibilidad, la no agresión a los ritmos que consideramos naturales para el mantenimiento de la biodiversidad que conocemos.

Desarrollo” implica no solo crecimiento simple y cuantitativo, sino crecimiento enriquecido, aumento de dimensiones con aumento de grado madurativo, con progresión de funciones derivadas de las nuevas dimensiones, incluso con aparición de “marches” nuevas, de nuevas aplicaciones, … incluso de dotación “ad hoc” para nuevas necesidades (asimilación, acomodación, adaptación)…

Desarrollo” en la concepción de nuestra cultura implica “sinfín”: altavoces con más watios, coches con más caballos, bombillas con más candelas, carretera con más anchura, edificios con mayor altura, puentes con más vado, metralletas con mayor cadencia, personas con más millones,… (¿poblaciones con más hambre?).

Sostenibilidad” parece que debe entenderse como la capacidad o propiedad que debe tener una acción para asegurarse la autonomía, que no deba depender de otra circunstancia, que se soporte a sí misma, que su condición de sostén no erosione o exija otro sostén.

Los indicios pasados, presentes y futuros parecen indicar que el binomio “desarrollo sostenible” ya no se sostiene. O se sostiene de forma tan calamitosa que provoca respuestas organizadas por la generación que ha de sustituir a la del “desarrollo sostenible” y que no he ser yo quien la bautice; pero que indudablemente va a plantearse el límite ético del desarrollo.

Y hablando de límites, el de los recursos naturales sugería tres reglas básicas en relación con los ritmos de uso de una actividad de progreso para que no deteriore el almacén natural de fuentes de desarrollos sostenibles:

1. Ningún recurso renovable deberá utilizarse a un ritmo superior al de su generación.
2. Ningún recurso no renovable deberá aprovecharse a mayor velocidad de la necesaria para sustituirlo por un recurso renovable utilizado de manera sostenible.
3. Ningún contaminante deberá producirse a un ritmo superior al que pueda ser reciclado, neutralizado o absorbido por el medio ambiente.En el último caso, por ejemplo, no existe a nivel global un control riguroso de la producción de la industria química; y si pensamos en su faceta de la industria armamentística, el escándalo obtiene cotas realmente insostenibles.

La burla, o la desobediencia del segundo caso, que afecta más a la industria energética, parece que es el más conocido: la energética de los fósiles se sigue utilizando a mucha mayor velocidad que las nuevas formas de producción de energía. Ni siquiera existe la definición de la sostenibilidad promulgada.

En el primer caso, su aceptación primigenia hubiese supuesto desde el mismo principio la radical negación a utilizar energía o productos derivados del petróleo; o al menos el planteamiento de una reducción procesada.

Estamos, por triplicado, ante un intento de verdad que habiendo sido dicha más de mil veces se ha convertido en mentira.

 

Goyo

27-03-19

No hace falta que hoy sea el día de la Tierra, el Árbol, del Agua,…

El doctorado

 

Adquirir la condición de doctor, hablando de los estudios académicos más elevados, requiere superar escenarios y condiciones que suelen ser desconocidas por el mundanal ruido. En el caso de la Medicina se adquiere la condición de doctor con la cierta superación de asignaturas y prácticas; pero a la persona que alcanza tal condición no se le exige una aportación explícita y ex-novo a la ciencia de la Fisiología.

En la mayoría de los ámbitos académicos, para la adquisición del grado de doctor, el tribunal que examina y discute la tesis, debe asegurarse que el doctorando haya descubierto, trabajado y demostrado una nueva página científica, un añadido severo a tal rama del conocimiento, un avance cimentado en otras tesis, una perfección contrastada, una nueva vía de indagación,… (Eso del máster, lo dejo para otro día.)

El Ayuntamiento de Navalmoral de la Mata, que está en Extremadura, tras un acto tan singular como institucional, reconoció la valía del Premio Extraordinario de Doctorado a su paisano geógrafo que se llama Víctor Jiménez Barrado. La tesis que ha defendido frente al tribunal se titula «Urbanizaciones ilegales en Extremadura». A lo gordo -que en fino se dice «grosso modo»- las viviendas han crecido como setas en otoño lluvioso en los campos que antes se tenían y mantenían con labranza y ganados.

Iniciar una urbanización ilegal es muy sencillo; primero diseño y publicito trozos indivisos que vendo a los amantes de los animales y las plantas, que hacen un huertecito, un gallinero y una caseta para el perro. Con las necesidades del desarrollo rústico, se requiere la construcción de una caseta de aperos. Después, desalojo los aperos, las gallinas y el perro y a cambio hago un pozo de sondeo para la piscina, que así puedo pedir al Ayuntamiento -en Justicia- que ponga nombre a las calles porque el servicio de correos no llega. Luego, alumbrado público. Más tarde, vigilancia policial.

La valía del doctor Jiménez es que aporta una serie de soluciones a este tipo de poblamiento del nuevo campesinado para paliar la extensa y rica problemática: inseguridad constructiva, descontrol de aguas residuales, evasión de cargas fiscales,… en fin: acumulación de ilegalidades.

Mi pesada y seria duda crece si pienso que la investigación científica servirá de algo,… a los agentes.

 

Goyo

23-feb-19

El tonel

 

 

La duda alimenta a la Filosofía con el mismo afán que la falsedad engorda a la ultraderecha. Siempre ha sido fácil burlar la verdad, no hace falta esperar a estos tiempos para confirmar que la mentira sigue ganando partidos y adeptos, ni tampoco hay que esperar a que en tiempos futuros el ambiente de sinceridad se derrame urbi et orbe. Claro que para no presentar el asunto de forma pesimista, nos hemos inventado para la ocasión el concepto de “postverdad”.

Dicen los libros, que en aquellos tiempos antiguos un grupo de pensadores griegos bautizado como “los cínicos”, nadaban en la corriente de pensamiento fundada por Antístenes, reinterpretando la doctrina socrática y afirmando que el desarrollo y la civilización no deben ser consideradas necesariamente como un bien que asegure la felicidad; y muchos menos que asegure la virtud. Así fue que surgió el líder radical, Diógenes de Sínope, que cogió un farol y encendiéndolo a plena luz del día, comenzó a buscar al hombre justo que también debiera seguir los principios de vivir en sencillez y acorde con la naturaleza. Diógenes vivía en plena calle, dentro de un viejo tonel. Ya ven que eso del desarrollo sostenible no es tan moderno. Por la sabiduría al uso, hoy no conocemos por cínico al seguidor de aquella doctrina filosófica, sino a quien es mentiroso y reviste la bondad con la hipocresía.

La prensa de nuestros días nos informa que el Congreso de los Diputados ha aprobado por unanimidad que, de nuevo, la Filosofía sea asignatura obligatoria de estudio para los alumnos de cuarto de la ESO y para los dos cursos del actual Bachillerato. Dado el clima escabroso de acusaciones y opiniones de algunos actores políticos, no acierto a entender tanta amplitud de miras para el futuro de nuestras juventudes tratando de facilitarles las esencias para el pensamiento crítico; quizá esté próximo el tiempo en el que nuestros políticos pugnen por apuntarse, asistir y rematar un máster en Filosofía Cínica.

Si tan interesante y necesario ven nuestros dirigentes los estudios básicos de Filosofía para la formación intelectual de la juventud, ¿por qué no se promueven con más alegría programas divulgativos de las diversas corrientes de pensamiento en los medios de comunicación? Quizá duden de que también sea necesario y beneficioso para nosotros, los mayores.

Goyo

07-nov-18