El infarto

 

 

 

corazón

 

Sigo diciendo que es un maño uno de los personajes que mejor asienta la Extremadura de finales del siglo XX y principios del XXI. Lo es no sólo por su función de ánimo y trabajo silente sino porque ha sabido derivar con discreción y acierto todo su potencial científico y social. Evidentemente, se requería otro personaje de igual o mayor calado que armonizase lo social y lo político; y allí estaba un tal Ibarra junto a un tal Usón. El Centro de Cirugía de Mínima Invasión nos sigue mostrando el ingente beneficio social que siempre conceden las inversiones dedicadas a las tareas de investigación.

 

El caso es que, el CCMI, con la armonía indagadora de siete países y más de veinte entidades, lleva tres largos años estudiando cómo recomponer el corazón derrumbado tras un infarto, tras un taponamiento de algunas de las arterias que riegan el músculo cardiaco. La base preclínica del estudio apunta a que implantando células madre en la parte del tejido cardiaco que murió por falta de riego sanguíneo, se observa una reconstrucción del músculo que posibilita una mayor y mejor “vida normal”

 

Esta está siendo la tarea de la doctora Verónica Crisóstomo, trabajo que al parecer termina el próximo mes de marzo y yo no sé si su condición laboral será de nuevo renovada, si tiene la gozosa condición de tener segura su dedicación investigadora o si será invitada a que la buena suerte le acompañe. Lo novedoso y esperanzador del trabajo es que se facilita la regeneración del corazón afectado utilizando células externas que actúan como fábricas que producen sustancias que animan al tejido dañado a recomponerse.

 

Vale. Y entonces, me invade la perplejidad; resulta que este método y sistema no se aplica a nuestra infartada sociedad, definida por seis o siete millones de células jóvenes que se ahogan en la desesperanza y que como mucho, a pesar de su preparación académica aspiran –paradójicamente- a ser humildes y tristes becarios de un país que se distingue precisamente por el recorte brutal de becas para el estudio. Y las arterias gobernantes se distinguen por la facilidad con la que aplican argumentaciones que amputan inversiones en investigaciones científicas.

 

Para que el asco sea más digerible, lo embadurnan con la mentira de que otros servicios públicos requieren la urgencia inmediata.

 

Goyo

26-feb-15