¿Para cuándo la Ley de Fraternidad?

.
Fraternité

.

Presumiblemente, la foto que vi ayer en la prensa, mostraba una mujer de cultura árabe. Ocultaba su rostro con una especie de burka facial, hecho con cartulina azul, a modo de antifaz carnavalero, que en la frente tenía escrito «Oú sont ?» y bajo las dos ventanas para que los ojos vieran:

« La égalité?
La fraternité?
La liberté?
»

Me atreví a pensar sobre nuestra humana habilidad de concebir ideas y de la dificultad del parto convertido en obras. Volví a repasar los datos históricos: el 4 de julio de 1776 un tal Jefferson y otros 55 congresistas de las trece colonias inglesas en América del Norte se declaran independientes; fue un parto limpio de ideas preclaras e ilustradas de la filosofía francesa de la época. Tres años y diez días más tarde, el 14 de julio, el terrorífico estandarte de la prisión parisina de la Bastilla (una especie de Guantánamo a lo lóbrego) abre sus puertas a la Revolución Francesa que se data en el año 1789. Hace 221 años.

Durante estos dos siglos y pico, cientos de países han plasmado en su realidad legal y jurídica los principios de la Libertad, algo menos los de la Igualdad y apenas han rozado el diseño de Fraternidad como norma de obligado cumplimiento. No me recordéis los abusos interpretativos de la bondad en el campo de la Libertad, no traigáis a colación los exagerados márgenes igualitarios que reducen el cuadro a mínimos vergonzosos, abramos nuestro análisis para contemplar qué códigos, normas o leyes regulan los límites de la Fraternidad. Salvo la normativa que castiga la omisión del deber de socorro, no conozco legislación perteneciente que nos obligue a ser como hermanos.

Hemos de fijarnos en otras instituciones voluntariosas, tan dignas como desconocidas y tan voluntarias como olvidadas. Ser fraternos ni siquiera tiene éxito en los partidos que se proclaman fraternos; dices cosas próximas y lucen cachicuernas.

En este país,… que con tan inequívoco desprecio rechazó la Filosofía de la Ilustración, tras los muchos años, pasó a ser preclaro baluarte de libertades, arrasado por el autonombrado nacionalcatolicismo y condenados los espíritus libres a mazmorras físicas y sociales, en este país -digo- por un compungido y receloso proceso de Transición volvimos a recuperar las primeras pautas de las diferentes libertades: 1978, en papel escrito.

Hasta que no llega marzo de 2007, y gracias a la obediencia marcada por una directiva europea, nuestra España no regula como norma el Principio de Igualdad entre las mujeres y los hombres: más de doscientos años para que el segundo principio revolucionario pase a ley preclara.

¿ Dónde está la Fraternidad ? (Y no lo pregunto como la confundida y obtusa mujer -presuntamente- árabe, tan obediente de su dios y de sus imanes).

¿Dónde está la Fraternidad, profesores de Filosofía del Derecho?
¿Dónde está la Fraternidad, jueces interpretativos de lo oscuro?
¿Dónde está la Fraternidad, parlamentarias de recién estrenado derecho igualitario?
¿Dónde está la Fraternidad, sindicalistas vigilantes del trabajo digno?
¿Dónde está la Fraternidad, periodistas expertos en comunicación e información?
¿Dónde está la Fraternidad, políticos abrigados por la democracia?
¿Dónde está la Fraternidad, blogueros?

Goyo
04-feb-10

El refugio no protege lo suficiente

Niñospalestinos

Ahí está el refugio,… es como la gran cabaña en la que la tribu deposita sus hijos y sus esperanzas. Las escuelas gobiernan buena parte de lo que ligeramente llamamos “educación”, ya que tanta prisa ambiental no nos capacita para volver a flexionar (re-flexionar) los argumentos e introducimos en ese saco educativo cualquier cosa a la que deseamos remediar. Aprender a leer parece que es labor que se consigue con cierto éxito, el aprendizaje de la escritura me parece mucho más complicado, aprender a pensar suele producirse nunca o bastante tarde.

Sin embargo, aprender a comportarse al modo idílico que pensamos los adultos que puede y debe comportarse la gente menuda, es otro de los aprendizajes más discutidos, luego es un terreno abundante de dudas. El trato con los iguales se rompe de forma natural desde la más dura infancia: “yo soy mayor”, “yo soy más grande”, “yo soy mejor”,… son los resultados inequívocos del fomento de la distinción en función a la edad, al tamaño, a las habilidades. También naturalmente, en esa dura y tierna infancia, se aprecia el nacimiento de la diferencia de trato por sexo; lo que todavía no sé es cuándo se ha sembrado esa semilla.

Claro, si hacemos caso a los ambientalistas (todo se debe y lo explica el ambiente) se nos derrumba la ilusión de educar a los pequeñines en el terreno de la no discriminación por sexo. Si hacemos caso a los adenistas (todo viene determinado por el ADN, todo es hereditario) el derrumbe es aún más desastroso. En el medio parece que nos encontramos aquellos que nos arrimamos al mundo educativo, confiados en que allí, en la educación, está el paliativo.

Si es por educación, nuestra cultura depositó hace mucho tiempo la responsabilidad de los primeros pasos sociales a la madre; incluso en los lacerantes casos de huérfanos y hospicianos de primera infancia, es en la mujer en quien depositamos la complicada tarea. En el cada vez más amplio servicio de las guarderías infantiles, el personal adulto masculino apenas tiene relación directa con el cuidado y educación de los bebés. En el perfeccionado y regulado mundo de la educación infantil, el porcentaje de personal femenino supera en mucho al 90%. Cuando las niñas y los niños llegan a los seis años, siguen educándose bajo protección y guía mayoritariamente femenina; y, durante todo este tiempo, seguimos responsabilizando a las madres que sean ellas, fuera de la escuela, -o las abuelas- quienes atienda y dirijan los complementos educativos.

Muy a pesar de este predominio, ya están marcados, troquelados, integrados,… los valores que hacen a los varonitos más violentos. Si este defecto educativo no proviene de la educación, ¿de dónde proviene?.

Goyo
08-sep-09